Cristian Céspedes, Wolfgang Schroder y Francisco Castañeda, escribieron para la versión chilena de Le Monde Diplomatique el artículo "Migración: una ventana de oportunidades", en donde se refieren al "sueño chileno" y las migraciones a nuestro país por parte de miles de latinoamericanos.

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Considerando la relevancia que ha tenido en los últimos años del proceso migratorio latinoamericano hacia Chile, un grupo de académicos de la Facultad de Administración y Economía de la USACH, Cristian Céspedes, Wolfgang Schroder y Francisco Castañeda; escribieron una columna para la versión chilena del diario Le Monde Diplomatique a cerca de este fenómeno que es relativamente nuevo en Chile.

En el artículo, los profesores se refieren a las guerras, el terrorismo, los desastres naturales y sobretodo las faltas de oportunidades laborales y de desarrollo humano, que han hecho emigrar a miles de latinoamericanos en busca del llamado "Sueño Chileno". "La primera ola de esta nueva inmigración Sur-Sur fue la peruana durante los años noventa. A pesar de los prejuicios y de los nacionalismos trasnochados, los peruanos han resultado ser sumamente emprendedores, organizados y trabajadores. Su presencia en cifras carcelarias es bajísima y se trata de personas que han logrado revitalizar los barrios tradicionales de Santiago, tales como el Barrio Yungay y la Vega Central con sus restaurantes de comida gourmet", indican los académicos.

A juicio de los investigadores, la segunda gran oleada la han protagonizado inmigrantes colombianos y haitianos, afrodescendientes en su mayoría y que han llegado a Chile en busca de una mejor calidad de vida para sus hijos. "Esto se debe a que Chile, como política de Estado, ha sabido promover una imagen de país próspero, seguro y activo en los mercados internacionales, a pesar de las fragilidades y fracturas sociales que presenta. Y como la mejor casa del barrio Latinoamérica, esta casa ofrece algunos lujos y comodidades que sus habitantes no siempre aprecian", escriben los académicos.

Además, en la publicación, que es parte del trabajo investigación doctoral "Migración y Calidad de Vida" en la Universidad de Girona, del coordinador de Lenguas Extranjeras de la FAE, Cristian Céspedes, los autores indican que de esta manera nacen los mitos entremezclados con el imaginario colectivo, los prejuicios, la odiosidad y la ignorancia.

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"En este contexto cada clase social chilena desarrolla un discurso. La clase más favorecida, lejos de emplear palabras incendiarias se muestra feliz de tener un flujo constante y rotativo de mano de obra a bajo precio. Los representantes de la clase media, que muchas veces se autodenominan como "los olvidados de Chile", pues perciben que pagan impuestos y educación y poco y nada reciben del Estado, parecen a ratos furiosos y amenazados por la llegada de estos nuevos vecinos. Los acusan de evadir impuestos, de plagar los lugares públicos, de colapsar los consultorios, de ser responsables del aumento del comercio callejero, de la prostitución y de la usurpación de puestos de trabajo", indica el texto.

En este sentido, continúa la publicación, el pueblo o bajo pueblo, cuyos miembros se ubican en los dos quintiles menos afortunados y que esta nueva inmigración Sur-Sur viene a engrosar, es el que mantiene relación diaria con los inmigrantes: van a los mismos colegios, trabajan en las mismas faenas, viven en los mismos barrios.

Además son presa fácil de trabajos informales y también de bajas remuneraciones.

Hoy en día y en el futuro, la gran lección de tolerancia e integración la darán los quintiles menos favorecidos que conviven día a día con los inmigrantes. Para los más humildes de este país, los inmigrantes y en especial los afrodescendientes, no son figuras decorativas salidas de un resort caribeño ni menos representan el viejo paradigma del africano víctima eterna de la hambruna, la sequía y la guerra.

"En nuestras escuelas con números, chilenos, peruanos, colombianos y haitianos compiten por el primer lugar del curso y en esta pequeña liga latinoamericana no siempre Chile es el campeón", señalan los académicos. Brazos nacionales y otros más morenos cargan juntos con el mismo yugo de la injusticia e inequidad. Pero hay esperanza. Por ejemplo, los inmigrantes peruanos  ya están viendo a muchos de sus hijos entrar a la educación superior, la mayoría está superando el problema del hacinamiento que representaban sus viviendas más tempranas y han mejorado su calidad de vida. Igual suerte podrían correr otros inmigrantes si el Estado y la sociedad toman medidas hacia la integración y no tendientes a preservar la marginalización.

Los autores de la publicación, expresan que "considerando el millón de chilenos que vive en el extranjero, no podemos descartar la reciprocidad. La inmigración está en Chile para quedarse y los "nuevos chilenos" deben tener las mismas oportunidades si no queremos repetir casos nefastos de algunos países desarrollados, donde la falta de identidad con el territorio que habitan hijos de inmigrantes, los ha transformado en casi enemigos del Estado".

A su juicio, la migración es una adaptación biológica – y biopolítica, que trae beneficios culturales y otros de carácter más tangible: agiliza las economías con un consecuente aumento del Producto Interno Bruto (PIB), da impulso a los emprendimientos, permite diversificar la oferta de servicios, promueve las exportaciones y las importaciones, aumenta la tasa de natalidad (importante en Chile con baja densidad poblacional y nacimientos por mujer cercano a países europeos), revitaliza la fuerza laboral y complementa las labores que realizan los locales.

Numerosos estudios internacionales (FMI y otros think tanks conservadores) señalan que aunque la migración genera costos de corto plazo para las economías locales, a mediano plazo existe una serie de beneficios que superan estos costos iniciales. La migración incrementa la productividad y crea las condiciones para que se realicen reasignaciones de recursos en la economía a nivel sectorial. Los más calificados generan alzas en la productividad, mientras que los no calificados realizan labores donde la mano de obra escasea. Esto último permite liberación de mano de obra que debería reasignarse en otros sectores.

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Además la migración genera nichos de mercado en bienes y servicios (ya sea en vestuario, alimentación, etc.) que el mercado privado debe a su vez ser capaz de satisfacer, generando así pequeñas y grandes corrientes de innovación.

En el caso de Chile, una economía en desarrollo o derechamente subdesarrollada, rentista, que no tiene ni invierte en grandes sectores industriales ni en aquellos dotados de alta capacidad tecnológica, requiere intensivamente de mano de obra, tanto calificada como no calificada.

Dado el estadio actual de desarrollo de la economía chilena (rezagada, con prevalencia del status quo), la mano de obra no calificada es necesaria para mantener la competitividad de muchas empresas agrícolas, servicios, industria ligera, entre otras. No obstante, los marcos legales de Chile deben ser estrictos de modo que esa competitividad empresarial no descanse en el no cumplimento de los beneficios sociales que por contrato legal deberían recibir estos empleados.

Por ejemplo, en países como Estados Unidos y España, entre el 20% y el 30% del crecimiento económico corresponde a la contribución directa de los migrantes, lo que ha contribuido a evitar aún más la ralentización de las economías centrales. La lección para Chile como una economía con un desempeño promedio superior a sus pares latinoamericanos, es que el natural decaimiento demográfico será compensado por esta población migratoria que sostendrá parcialmente las tasas de crecimiento económico.

Si bien el gasto social que implica la recepción de inmigrantes es innegable, los beneficios de ésta los superan ampliamente."No es necesario esperar que pasen diez generaciones para que Chile se transforme en una sociedad multicultural y tolerante y se desarrolle como una economía pujante que sirva de ejemplo para otras naciones. Hoy la iniciativa la toman los humildes y los sencillos de Chile, quienes están dando un golpe a la cátedra en integración y solidaridad, sin slogans, sin comerciales y al ritmo de la cueca, la marinera y la cumbia", finaliza el texto.

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