Francisco Castañeda G. / Académico Departamento de Administración / Universidad de Santiago de Chile

Las recientes noticias sobre las crisis bursátiles en China y en el resto del mundo, trajeron una señal de alerta a países como el nuestro. Claro está que China es un gigante industrial, pero tiene un sistema financiero demasiado inmaduro para contribuir de manera estable al crecimiento del resto del planeta. De parte de la autoridad, existe intervencionismo discrecional en el sistema bancario: fijación de la tasa de interés, regulación de límites de créditos, restricción al movimiento del yuan y de la presencia privada en la banca.
Además, la propiedad extranjera está limitada en el mercado accionario (empresas extranjeras se encuentran inhabilitadas para ser controladores). Aquí se conjugó también la posible reducción en la demanda de China y la esperada caída de los inventarios y de pedidos de bienes durables en Estados Unidos. Pero existen diferencias con la crisis asiática que se inició en 1997. Ésta se basaba en una mezcla de burbuja especulativa (activos financieros e inmobiliarios sobrevalorados), mala regulación bancaria (alta exposición en moneda extranjera por los bancos) y un exceso de gasto que se traducía en un alto déficit en cuenta corriente (y por consiguiente una alta expectativa de devaluación de las monedas domésticas). Sin embargo, en esta minicrisis actual, China exhibe un alto superávit de cuenta corriente (incluso restringe importaciones).
Una parte importante del problema es el escaso refinamiento de sus mercados de valores en términos de la transparencia de la información hacia los inversionistas (un inadecuado gobierno corporativo de las empresas listadas en bolsas).
Así, los elementos fundamentales de la economía china no se están reflejando con claridad en la bolsa, dada esta inmadurez financiera. Ahora bien, debido a que la demanda china impulsa los precios internacionales de los commodities, estas noticias hicieron sobrerreaccionar a los sectores económicos vinculados a tales productos en todo el mundo (con una alta volatilidad en el corto plazo).
El efecto de contagio en las bolsas mundiales no se ha hecho esperar, si bien ha sido bastante acotado. De igual forma, con estos procesos han quedado al descubierto que los riesgos financieros en China aún no están suficientemente diversificados. Esta situación puede afectar de modo apreciablemente negativo al comercio internacional y a las economías del resto del mundo.


Artículo Publicado en el Diario La Nación