Dr. José Gabriel Palma se refiere a la iniciativa del gobierno para que se apruebe el TPP-11 y describe los argumentos que se han usado para eso como una falta de respeto a la inteligencia de las chilenas y los chilenos.

 El pasado 16 de septiembre, el académico e investigador de la FAE y de la U. de Cambridge, Dr. José Gabriel Palma, publicó en el diario electrónico El Mostrador, la columna titulada “El TPP-11: una distorsión de mercado, y una traición a principios y a un programa de gobierno”.

 En ella, el Dr. Palma analiza en particular aquella parte del tratado que se refiere al concepto de “expropiación indirecta”.  Por esta medida, cualquiera “acción del gobierno [que] interfiere con [las] expectativas inequívocas y razonables de la inversión” estaría sujeta a compensación. Y el monto no lo deciden las cortes nacionales, sino un sistema ad-hoc que siempre ha estado sesgado en favor de las multinacionales. Por eso, en la práctica, “El TPP-11 no es más que asegurarse de que sea lo que sea la naturaleza de cualquier gobierno futuro; sea lo que sea la voluntad de la mayoría de los chilenos y chilenas; sea lo que sea lo que diga algún nuevo programa de gobierno en materias económicas y de medioambiente; sea lo que sea la voluntad que tenga un futuro gobierno (a diferencia del actual) de implementar su programa, cualquier medida, de cualquier tipo o naturaleza, por lógica, urgente, necesaria o democrática que sea, si llegase a afectar la rentabilidad de algún conglomerado internacional o chileno ‘internacionalizado’, estos van a tener el derecho a compensación. De eso se trata. Lo demás es cuento”, indica Palma en su columna.

 La explicación del académico de la FAE indica que “la mentira de fondo, que se repite hasta el hastío, es que el TPP es un tratado ‘comercial’, y que abre mercado a nuestras exportaciones primarias (porque para más de eso, no nos da). La verdad es que lo ‘comercial’ no es más que un apéndice de ese tratado (5 de 30 capítulos); es la carnada para que pasen los otros 25. Además, ya tenemos tratados comerciales con todos los otros 10 países del TPP. Asimismo, si agregase algún producto relevante, lo obvio sería renegociar bilateralmente con el país correspondiente, con el cual ya tenemos un tratado comercial vigente, para agregarlo. Eso se hace normalmente en dichos tratados.”

 La columna de opinión, añade que “además, tratados tipo ‘leyes de amarre’, como el TPP-11, ya están bien pasados de moda. Pero nuestra “centroizquierda” (de la cual ahora el FA ya es miembro honorario), como siempre, va atrás de la curva. En los nuevos tratados comerciales se asegura que los litigios con un Estado deben dirimirse en cortes nacionales. Esto no es solo un tema de soberanía y mínimo autorrespeto como nación ―de hecho, es parte de la diferencia entre ser país o nación―, sino que también eso está relacionado con que las cortes ad-hoc del CIADI son una burla, pues los conglomerados pasan a ser jueces y parte. Son cortes creadas por las multinacionales y para su beneficio”.

 El texto agrega que “más aún, esas cortes ya están en retirada; en la renegociación del NAFTA (TLCAN) esas cortes se cambiaron por las nacionales. Además, en el gran tratado de China con países asiáticos los litigios también se llevan en cortes nacionales y los Estados, si quieren modernizar algo, no tienen que compensar a cuanto rentista inútil exista en este mundo. Lo mismo en el nuevo tratado que intenta hacer Biden con países asiáticos para aislar a China. La estrategia de este gobierno de firmar ‘side letters’, lo que sin duda es mejor que no hacer nada, es bien poco efectiva, pues los países que las van a firmar no son los relevantes en estas materias. Y en todo caso, dichas cortes es solo uno de los muchos problemas del TPP”.

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