Dr. José Gabriel Palma plantea en el documento la importancia de erradicar la pobreza de la nación. ¿Puede haber algo más prioritario que erradicar la pobreza? Si no lo hacen ustedes, ¿quién? Si no es ahora, ¿cuándo?, fueron las principales interrogantes que esboza en la misiva.

El académico del Departamento de Gestión y Políticas Públicas de la Facultad de Administración y Economía de la USACH y académico de la U. de Cambridge, Dr. José Gabriel Palma publicó en el diario El Mercurio una carta abierta al presidente elector, Gabriel Boric y a su equipo.

En ella, el Dr. Palma aborda la importancia de la erradicación de la pobreza en Chile y la responsabilidad que en esto le cabe al nuevo presidente de hacerlo pronto.

La economía que hereda su gobierno, dice la carta, ya tiene grandes desafíos, como el recuperar los equilibrios macroeconómicos y reactivar el crecimiento de la productividad, prácticamente estancado por más de una década. Sin embargo, aun así, uno esperaría que un gobierno como el suyo se comprometiese a que al final de su período no va a quedar una chilena o chileno bajo el nivel de la pobreza.

“Según las últimas estimaciones del Departamento de Desarrollo Social de la CEPAL, pandemia y todo, habría casi 3 millones de pobres (un 15% de la población). Si bien ‘pobreza’ es un concepto mucho más complejo que un nivel de ingreso mínimo, una primera aproximación coloca a la línea de la pobreza en US$ 170 al mes. El costo de un subsidio monetario a dichas personas por ese monto equivale a US$ 6 mil millones al año, o un 2,3% del PIB (todo a dólares del 2010). En una economía donde la recaudación fiscal es apenas algo más del 20% del PIB, otro 2,3% no debería ser inalcanzable”, sostiene Palma en su carta.

Además, prosigue el autor, si en lugar de transferir el equivalente a una línea de pobreza (US$ 170 al mes), a cada persona bajo ese ingreso se le transfiere sólo lo que le falta para llegar a ese monto, el costo total caería a menos de la mitad de ese 2,3% del PIB. “Calcular esa transferencia en forma precisa es tarea compleja, y habría que agregar el gasto administrativo, la inevitable ineficiencia burocrática, y el porfiado clientelismo político. Sin duda, su gobierno va a tener que priorizar sus objetivos, pero es difícil imaginarse que, en un gobierno con esa orientación, y en una economía con el ingreso y la riqueza de la nuestra, haya una transformación más urgente que terminar con la crueldad de la pobreza”, explica.

José Gabriel Palma sugiere en la carta, que una forma de comenzar la tarea podría ser transferir progresivamente una cantidad equivalente a una línea de la pobreza por cada niño menor de 5 años en hogares vulnerables, y de media línea de pobreza por cada niño de entre 5 y 14 años en dichos hogares. “La última estimación que conozco, calcula el costo de dichas transferencias en un 0,4% del PIB para lo primero, y 0,6% del PIB para lo segundo. Si a eso se suma una transferencia equivalente a una línea de la pobreza a personas de 65 y más años en hogares vulnerables, ello tendría un costo adicional de 0,5% del PIB, aunque con los nuevos subsidios a las pensiones, ahora esta cifra puede ser meno”, afirma.

Finalmente, agrega Palma, si además se realiza una transferencia equivalente a una línea de la pobreza a personas desempleadas en hogares vulnerables, esto agregaría 0,3% del PIB. Por tanto, el costo total de estas cuatro transferencias de renta llegaría al 1,8% del PIB, lo que ya reduciría la pobreza en dos tercios. Sin duda estas cifras hay que actualizarlas y refinarlas, pero ya dan una indicación preliminar. “Lo fundamental de recalcar es que la única forma de terminar con la pobreza -al menos medida por ingreso- en un período presidencial de cuatro años, es con una transferencia monetaria directa. Lo demás no cuadra. Este tipo de subsidio ya se hace parcialmente en otros países, como en Brasil con la “bolsa familia”, donde un subsidio monetario con condiciones mínimas, que ha beneficiado a 13 millones de familias, tiene un costo total de apenas 0,5% del PIB”, explica el Dr. Palma.

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