Lars Ainsley
(agosto 2007-julio 2008)
En realidad, cuando llegué a Chile, no sabía casi nada de ese país, que se encuentra en el fin del mundo.
Encontré que era una nación rica en historia, con una naturaleza única, y al mismo tiempo, joven. Por suerte, tuve tiempo suficiente para viajar y conocer muchos lugares de "Chile lindo".
Santiago, como capital, con millones de habitantes, me pareció más bien un "pueblo", con una infraestructura funcionando (aparte de los problemas del Transantiago ;-) ). Su ubicación, entre cordillera y costa, permite tener la libertad de ser espontáneo como para pasar un día en la playa. Sin embargo, es un lugar que ofrece mucho más de lo que las personas, con frecuencia, afirman en el exterior. La oferta cultural, es decir, los museos, teatros, cines, y la gran diversidad de música en vivo, es un factor importante que contribuye a una alta calidad de vida.
Gracias a mis amigos chilenos, quienes me ofrecieron su ayuda desde el primer día, me resultó mucho más fácil acostumbrarme y orientarme, con respecto a los procesos en la Universidad. En general, sentí un ambiente de altruismo y mucha cordialidad, por parte de los chilenos ante quienes vienen de intercambio.
Mi experiencia de estudiar en la FAE fue diversa. Si bien tuve que afrontar falta de información en algunos momentos; al mismo tiempo, conocí muchas personas comprometidas, quienes intentan mejorar y simplificar los trámites para los estudiantes en intercambio.
En general, me gustó la forma de enseñar en mi facultad. Estar en una sala con pocos alumnos, facilita la relación entre estudiantes y académicos, al igual que para hacer preguntas.
Espero que la USACH siga un proceso de optimización y desarrollo de sus programas de intercambio. Sin duda, voy a volver a Chile, lo antes posible, a visitar a todos mis amigos, a quienes dejé.