Amán González Sabugo

Amán González Sabugo
Universidad del País Vasco
Ingeniería Comercial, 2º semestre 2019

Como resumir toda la experiencia vivida a lo largo de estos 6 meses en un testimonio personal. Pienso que justo las personas que decidimos venir a estudiar a Chile durante el 2º semestre de 2019 nos ha tocado vivir una de las épocas más convulsas de la historia reciente del país y de cierto modo hemos dejado de vivir algunas cosas, especialmente en lo que al aspecto universitario se refiere. Pero al mismo tiempo hemos tenido la oportunidad de observar y ser conscientes de ciertas realidades a las que a menudo los estudiantes de intercambio no estamos expuestos y que a mi parecer han hecho que mi estancia en Chile sea más enriquecedora a nivel personal.

Todo comenzó un 23 de Julio, yo había alquilado una semana de hostal en Santiago. Mi intención era permanecer allí durante esa semana, de modo que pudiera ir conociendo personas con las que me sintiera a gusto como para compartir hogar con ellas. El primer día siempre es duro para todo el que viene sin conocer a nadie, todo ha cambiado, te sientes solo en la otra punta del mundo y te preguntas: ¿Que hago yo aquí? No tomes ni medio segundo para lamentarte, te aseguro que el segundo día todo cambia. Inmediatamente te das cuenta de que todos esos estudiantes de intercambio que vas encontrando están exactamente en tu misma situación y tienen la misma predisposición que tú por conocer personas, mundo, culturas… Esto siempre me ha parecido uno de los aspectos más bonitos de esta experiencia, existe un sentimiento de compañerismo muy grande entre todos los estudiantes de intercambio. Pues de cierto modo la persona que llegó hace una semana, sabe por lo que está pasando la persona que acaba de llegar. Por esta razón he sentido que la empatía y la inclusión han estado muy presentes a lo largo de todo el semestre, especialmente al inicio que es cuando uno más lo necesita.

A lo largo de esta semana conocí a una gran cantidad de personas geniales, pero lógicamente siempre hay algunas con las que tienes una afinidad especial y puedo decir que tuve la suerte de encontrar a esas personas y compartir casona con ellas durante los siguientes 6 meses. He de admitir que la búsqueda de hogar en Santiago fue algo agónico y frustrante en ocasiones, pues todos los estudiantes estábamos en la misma situación y era complicado encontrar algo económico y que satisficiera nuestras necesidades, quizás éramos demasiado exigentes pues hay que tener en cuenta que Santiago es una ciudad cara, muy cara.

Una vez me asenté en la casona y conocí a las 25 personas con las que conviviría durante el resto del semestre; a las que hoy en día llamo familia, comencé a vivir en plenitud lo que se suele considerar “la vida del estudiante de intercambio”. Todavía quedaban 3 semanas para comenzar la universidad así que aproveché el tiempo para visitar y conocer Santiago, para aprender diferentes cualidades de todas esas personas con las que compartía hogar (idiomas, culturas, historias, conocimientos, vivencias, gustos, recetas de cocina…), para salir de carrete, para viajar a lugares tan increíbles como La Serena y Cajón del Maipo y muchísimas otras situaciones por las que valía la pena vivir cada día.

Al llegar la fecha de inicio de la universidad, me sentí un poco como cuando llegué a Santiago. Ninguna de las personas que conocía iba a la USACH así que sabía que tendría que conocer a mis compañeros de clase. Pero estaba tranquilo, pues al haberlo vivido ya en una ocasión, sabía que sería fácil y que estaría en un ambiente universitario agradable. Hay que decir que la USACH y sus voluntarios, hacen un gran trabajo a la hora de crear la semana de introducción, con la intención de que los estudiantes se conozcan entre ellos, ofreciendo la posibilidad de realizar visitas a diferentes puntos de interés de la ciudad en las que todos los alumnos de intercambio están invitados. Además de esto también se le asignaba un padrino o buddy a cada estudiante con el fin de tener un guía que nos ayudara a adaptarnos a la ciudad, universidad… y también se nos ofrecían enormes facilidades a la hora de realizar toda la documentación necesaria a la llegada en Chile, algo que para los alumnos de las otras universidades era una gran preocupación.

Por primera vez durante mi estancia en Chile había creado una rutina durante los martes, miércoles y jueves que eran los únicos días que tenía clase, aunque hay que decir que los horarios lectivos durante estos días se prolongaban durante muchas horas. Dependiendo de la asignatura coincidía con unas u otras personas, pero en todas las clases había estudiantes con las que me sentía a gusto en la universidad. De todos modos, hubo 2 factores fundamentales que hicieron que mis relaciones universitarias no fueran exactamente como pretendía:

- El primero es que en la mayoría de las asignaturas que cursaba estaba rodeado de compañeros que al igual que yo estaban en programas de intercambio, por lo que tristemente no entable muchas amistades con estudiantes chilenos, uno de los aspectos de los que más me arrepiento en esta experiencia. Es muy fácil caer en la comodidad de interactuar mayormente con las personas que están en tu misma situación, en este caso el resto de los alumnos de intercambio. Pero te animo a conocer a estudiantes locales pues te enriquecerás mucho más y conocerás mucho mejor las realidades del país. Además, los chilenos por lo general son personas muy abiertas y amigables con las personas que vienen nuevas y también están interesadas por conocer nuestra experiencia de intercambio, ya que muchos están planteándose hacer lo mismo a otros países.

- El segundo factor clave fue la explosión de las protestas en Chile el 18 de octubre de 2019 que paralizó las clases durante lo que faltaba de semestre. Esta situación evidentemente provocó que las interacciones sociales que se llevaban acabo en la universidad se redujeran en gran medida y esta fue una razón inequívoca de porque finalmente pasé más tiempo con mis compañeros de casa que con los de la universidad.

Finalmente, con el tiempo nos acostumbramos de cierto modo a vivir en un ambiente de incertidumbre constante, tanto en el aspecto político-social como en el aspecto universitario. La primera semana permanecí en Santiago esperando a ver como se resolvía toda la situación, pero al ver que el tiempo pasaba y nada cambiaba decidimos aprovechar ese tiempo para viajar a diferentes lugares de Sudamérica y disfrutar de la magia que tiene este continente. El resto del tiempo seguimos viviendo “la vida del estudiante de intercambio” al mismo tiempo que debíamos entregar ciertos proyectos escritos para poder cerrar nuestras asignaturas en la USACH. En algunos momentos sí me hubiera gustado volver a la universidad para sentirme realizado a la hora de poder seguir atendiendo a las clases que más interés despertaban en mí, pero la situación del país no lo permitía.
A pesar de ello, seguimos viviendo miles y miles de momentos increíbles que nunca olvidaré.

En el momento que escribo este testimonio me encuentro aún en Santiago; recién llegado de un viaje de 25 días a Brasil, y en tan solo 3 días estaré de vuelta en Bilbao, mi verdadera casa. Parece mentira que estos 6 meses hayan pasado tan rápido y me gustaría reiniciar toda esta experiencia y volver a vivirla de nuevo. Pero todo llega a su fin y de cierto modo siento que mi periodo aquí ha terminado pues casi todas las personas que son importantes para mí ya han vuelto a sus respectivos lugares de origen y eso poco a poco te hace entender que es el momento de volver. Es triste pero hermoso al mismo tiempo ver la pena que hemos sentido todos los estudiantes de intercambio al ver como nuestros amigos se van y también ser conscientes de la nostalgia que sentiremos al pensar en todas las preciosas y mágicas experiencias que nos regaló este increíble país. Por eso quiero agradecer a Chile todo lo que me ha dado, lo que me ha hecho crecer y madurar como persona y todo lo que he podido disfrutar de sus paisajes y sus gentes. Siempre en mi corazón.

Chi Chi Chi Le Le Le Viva Chile.

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