Tamara Flores Olavarria
Ingeniería Comercial
ESSCA École de Management, Francia
2do Semestre 2014
"Caminando en línea recta, no puede uno llegar muy lejos". Esta es una frase de "El Principito", una frase que me representa en su totalidad en estos momentos. Fue solo un sueño al principio, un "no hay nada que perder", lo que no me di cuenta en ese momento, fue que una vez fuera aceptada tendría mucho que ganar. Y eso hice, gané, gané una infinidad de cosas que sería difícil numerarlas todas.
La noticia de ganarme la beca llegó de forma inesperada, en una clase, con algunos compañeros y por un momento sentí que el mundo se detenía y que me estaba dando el momento para disfrutar ese segundo exacto en que supe que me iría a Francia. De alguna u otra forma, supe en ese momento, que todo lo que había pasado en 4 años había sido por algo, todo por lo que había luchado y todo lo que había demostrado, estaba siendo recompensado gracias a la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago de Chile. Me sentí dichosa y orgullosa de poder ser parte de este proceso, de ser capaz de asumir un rol tan importante como era representar a nuestra universidad en un país tan lejano.
Explicar que sentí cuando pisé tierras francesas sería escribir un libro entero. Con 21 años, estaba frente a mí una puerta gigante de oportunidades y cuando tomé el tren que me llevó a Angers, fue como si cada paso que diera fuera parte de una nueva yo. Las primeras semanas fueron extrañas, llenas de gente nueva, idiomas nuevos, culturas nuevas, lugares nuevos. Decir que estaba asustada porque no sabía el idioma es poco, pero de pronto entendí que varios estábamos en la misma posición y fue entonces cuando caminamos juntos frente a cualquier circunstancia que se pusiera por delante.
La experiencia de estar en otro país fue enriquecedora en muchas maneras, así también tuve la suerte de conocer gente increíble de todos los países, gente que rio conmigo, viajó conmigo, me consoló y fue parte de estos maravillosos meses, que jamás podría olvidar. Agradecer y guardar las memorias con orgullo y amor es lo único que puedo hacer por ahora. Aún si me quitaran todo, estaría feliz, porque esas memorias se quedarían conmigo por el resto de mis días.
Ahora que miro atrás, ahora que han pasado algunos meses desde que volví, pienso en lo mucho que crecí, en lo mucho que aprendí a disfrutar las cosas de otra manera, en los muchos lugares que conocí y que en su momento pensé que serían imposibles de alcanzar. Pienso también, en la forma en que esto me ha ayudado a enfrentar nuevas etapas y como me siento mucho más preparada para enfrentar la etapa final una vez que culmine mis estudios. Ya no siento miedo, ya no siento presión, siento como si pudiera hacer todo lo que quisiera, siento como si una parte de mi estuviera en cada lugar en el que estuve y en cada corazón que toqué.
Las historias son infinitas y las palabras no siempre son nuestras mejores aliadas, porque hay mucho que queda en el alma y en el corazón. No tengo más que decir que Francia y este intercambio me enseñaron a seguir construyendo, a seguir disfrutando, a seguir adelante, a vivir sin reproches y reír sin presiones, pero sobre todo me enseñó que "lo esencial es invisible para los ojos".