Marlis Araya Barrios
Universidad Nacional de Cuyo, Argentina
1er Semestre 2015
"Hay lugares a donde no se puede volver ni siquiera volviendo", esta es una frase que leí por primera vez en el Facebook de una de mis mejores amigas en Santiago y que me ha dado vueltas desde que volví a Chile. Esto debido a que la experiencia que viví durante estos cinco meses será algo inolvidable e irrepetible para toda mi vida.
Fue como a los 15 años que me di cuenta que mi sueño era viajar por todo el mundo, vivir nuevas experiencias y nunca parar de aprender y conocer cosas nuevas. Es por ello que un intercambio siempre estuvo entre mis planes, pero el hecho de pensar que no iba a ser lo mismo cuando volviese y el miedo a lo desconocido me retuvieron por cuatro años. Cuando tome la decisión me faltaba solo un año para salir y fue en ese momento, cuando me dije a mi misma que no podía perder la oportunidad, que no podía ver mis sueños pasar.
En realidad Argentina no fue mi primera elección, anteriormente había hecho otras postulaciones que por cosas de la vida no me resultaron como yo deseaba, pero entonces cuando comencé a pensar que quizás mi destino era quedarme la Vero me llamó para decirme que quedaba un cupo para estudiar en la Universidad Nacional de Cuyo. Claramente lo acepté e incluso estoy feliz de que las cosas se me hayan dado de esta manera porque si no, no habría conocido a personas que al día de hoy son muy valiosas para mí.
En mis primeros días en Mendoza, la universidad nos acogió muy bien, incluso nos designaban un tutor, es decir un estudiante de nuestra misma carrera que nos podía guiar y ayudar durante nuestra estadía. En mi caso mi tutor me acompañó a las primeras reuniones con todos los demás estudiantes de intercambio y me ayudó a decidir qué materias escoger, qué lugares conocer y en qué lugar me salía conveniente vivir. La metodología de estudio de allá era muy distinta a la que nosotros tenemos acá, son más estrictos, pero dan más oportunidades. Dicen que tomar más de tres materias es para no tener vida social, en realidad yo tomé tres y disfrute mucho, aunque igual obviamente tuve que estudiar.
Bueno yo decidí vivir en una casa llena de personas y así termine en Moratta, y sí, nuestro hogar tenía nombre y éramos un total de 16 personas viviendo en una misma casa y compartiendo dos baños y seis refrigeradores. Todos éramos de distintos lugares del mundo, pero eso no fue obstáculo para volvernos grandes amigos. Colombia, Austria, Dinamarca, Francia, Brasil, México y por supuesto Argentina. En realidad estaba tan cerca de nuestro país, pero me sentía en tantos lugares distintos a la vez, porque todos éramos muy diferentes, con una cultura y un pensamiento muy opuesto, pero eso fue grandioso porque aprendí a respetar e incluso valorar eso, a ver las cosas desde el otro punto de vista.
Argentina en sí es un país hermoso, con la beca me alcanzó para conocer Buenos Aires, Bariloche, Mendoza y todas las pequeñas ciudades cerca de allí. Buenos Aires es una ciudad muy grande, pero a su vez es muy organizada y limpia, de Mendoza lo que más me gustó fue San Rafael, porque puedes encontrar paisajes hermosos y en Bariloche conocí la nieve y vi más paisajes hermosos, realmente vale la pena.
Si me pusiera a relatar todo lo valioso que viví y aprendí en este intercambio no terminaría nunca, pero es algo que realmente recomiendo a todos, porque fue más increíble de lo que imaginé. Cada cosa, momento, persona y lugar me enseñaron algo nuevo, sé que nunca podré volver realmente a repetirlo tal cual y eso es lo que lo hace más valioso. Es ahora, el momento en el que realmente siento que mi vida está en mis manos, que no debo esperar que las cosas sucedan, sólo yo tengo el poder de hacer que sucedan.
Muchas gracias por todo el apoyo a mi familia, a mis amigos, a Verónica Yañez, a Verónica Godoy y a la FAE.