Kimberly Robles Rivera
Administración Pública
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) – México
Licenciatura en Ciencia Política y Administración Pública
1° Semestre 2018
La movilidad estudiantil ha sido sin duda, una de las experiencias más significativas e importantes en mi vida. Llegar a un país desconocido, sin conocer a nadie, definitivamente es un desafío que provoca algo de miedo y nervios en un comienzo. Adaptarse a otras costumbres, otra cultura, otros alimentos, e incluso otras palabras me tomó un tiempo, pero una vez que logré hacerlo todo fue más sencillo.
Cuando llegué a la UNAM, la universidad nos dio una bienvenida muy amena, en donde nos asignaron tutores (‘’UNAMigos’’) que nos acompañaron por un día para enseñarnos algunas ubicaciones de la universidad, la cual es inmensa, y con muy buena disposición mantuvieron el contacto para ayudarnos posteriormente con dudas puntuales. Mi facultad, por otro lado, también nos recibió con un tour por la facultad de Ciencias Políticas y Sociales, en donde tuve la oportunidad de conocer a otros estudiantes que venían de distintos países y que posteriormente se volvieron muy amigos míos, pues coincidimos en algunas clases y pudimos conocernos más. Lo que me agradó mucho respecto de los cursos en mi facultad, es que se nos permitía tomar cualquier curso de cualquiera de las seis carreras que se imparten en la facultad, por lo que tuve la oportunidad de tomar cursos en Administración Pública, Ciencia Política, Relaciones Internacionales y en Sociología. Esta mezcla de perspectivas fue un gran aporte a mi formación profesional, ya que pude converger distintos temas y visiones de mi disciplina junto con otras, para darle una mirada integral a muchos tópicos que son de relevancia para la gestión de políticas públicas y desarrollo de programas sustentables, que son las áreas de mi mayor interés personal en lo profesional. Sin embargo, esto no fue una tarea sencilla, ya que tomé seis cursos, y todos mis amigos y conocidos se sorprendían de que había tomado tantos, ya que la mayoría de los estudiantes de intercambio tomaba entre 3 a 5 cursos, como máximo. Entendí su sorpresa debido a la gran carga académica en cada clase. Los maestros en la UNAM tienen el hábito de asignar lecturas, tareas y/o controles para cada clase, una rutina poco familiar para mí, ya que, en mi carrera, si bien sí he tenido grandes cargas de trabajo académico, nunca había sido con dicha constancia, para cada clase. Esto, sumado al hecho de que habían días en que tenía 4 clases diferentes, se me hizo algo difícil de llevar, puesto que en ocasiones sentía que no me alcanzaba el tiempo. Pese a ello, tuve muy buenos compañeros mexicanos y otros de intercambio, con quienes podía estudiar y compartir avances en las tareas, de manera que todo fue más ameno.
La UNAM me sorprendió en muchos sentidos, y superó mucho mis expectativas. Entre sus estudiantes se siente el orgullo de formar parte de ella, algo que pude compartir durante los cinco meses que estuve allá, y que llevaré conmigo siempre. Siento que el cambio a vivir sola, administrar mi dinero, y adquirir más responsabilidades respecto a la casa en la que viví me ayudó mucho en lo personal, dando otro paso en mi vida que me permitió comprender muchas cosas. Tuve la suerte de conocer a una gran compañera chilena, con quien conviví y nos hicimos muy amigas, y también a otro compañero de la USACH, y juntos los tres vivimos muy gratos momentos y tuvimos la oportunidad de conocer México juntos, lo cual lo hizo una experiencia aún más maravillosa.
México es un sinfín de encantos, con paisajes deslumbrantes, con personas de un corazón enorme y amabilidad inexplicable, con una riqueza gastronómica y cultural fascinante y definitivamente cambió mi forma de ver la vida. Cuando supe que haría mi intercambio ahí no me emocioné tanto, honestamente. Pero al finalizar mi intercambio ni siquiera quería volver a Chile, porque la verdad me enamoré de la ciudad de México y fue difícil volver a Santiago y desapegarme de esa rutina de ir a clases y hacer mi vida de una manera más independiente. Fue tal la marca de México y la UNAM en mí, que estoy pensando seriamente realizar algún curso o programa de postgrado en esta universidad, que me dio tan lindos momentos y me permitió abrirme a nuevos rumbos, en donde conocí a excelentes amigos, amigas y maestros, que siempre llevaré en mi corazón, infinitamente agradecida de la oportunidad de haber sido parte de la máxima casa de estudios, en el gran México mágico.