Formada en la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago de Chile (FAE Usach), Tamara Agnic ha construido una trayectoria que combina pensamiento crítico, sentido de propósito y sólida gobernanza. Su reciente incorporación al directorio de Codelco confirma cómo la excelencia académica y el compromiso social que distingue a las y los egresados de la FAE siguen impactando estratégicamente el desarrollo del país.
A lo largo de dos décadas, Tamara Agnic ha transitado por espacios decisivos del sector público y privado: desde la Superintendencia de Pensiones y la Unidad de Análisis Financiero hasta directorios de empresas estratégicas. Hoy, su llegada a la mesa directiva de Codelco la sitúa en el corazón de la principal compañía estatal, en un momento en que la minería chilena enfrenta desafíos de productividad, innovación y legitimidad social. En esta conversación, la ingeniera comercial repasa los hitos que marcaron su formación en la FAE Usach, desgrana cómo la ética y el servicio público moldean su liderazgo y comparte consejos para quienes aspiran a influir en las grandes decisiones del país.
Haber estudiado Ingeniería Comercial en la FAE Usach implica formarse en un ambiente público, plural e inclusivo. ¿Qué rasgos de esa identidad reconoce hoy como más decisivos para asumir un cargo estratégico en Codelco?
En la Usach confluyen distintas visiones que dialogan, se desafían y se enriquecen mutuamente. Ese espacio de pensamiento crítico, con énfasis en la responsabilidad pública y el respeto por lo colectivo, me marcó profundamente. Lo que más valoro de mi formación es la convicción de que el conocimiento no puede estar divorciado del compromiso social. Haberme formado en un entorno plural, público y con vocación transformadora me entregó una brújula ética que ha guiado toda mi carrera. En una empresa estatal como Codelco, ese sello se vuelve esencial: no basta con generar rentabilidad, hay que hacerlo con integridad, respetando la institucionalidad, construyendo legitimidad social y, por supuesto, poniendo siempre al país por delante.
La FAE se define por su lema transformar con valor. ¿Cómo ha aplicado ese principio a lo largo de su trayectoria, desde la Superintendencia de Pensiones hasta su reciente nombramiento en el directorio de la principal empresa estatal del país?
Transformar con valor es, para mí, transformar con propósito y sentido ético. Desde mis inicios en la administración pública hasta mi rol en el mundo corporativo, he buscado impulsar cambios que aseguren sostenibilidad, gobernanza sólida y confianza ciudadana. En cada espacio en que he estado, he tratado de anticipar los desafíos éticos y sociales, para que la transformación no solo sea eficaz, sino justa y perdurable.
Recordando sus años de estudio, ¿qué asignaturas, proyectos o profesores marcaron su forma de analizar problemas y tomar decisiones? ¿Hay alguna herramienta específica que aún utilice para enfrentar los retos de la alta dirección?
Recuerdo especialmente a quienes nos instaban a pensar críticamente y a no conformarnos con lo aparente. Inolvidable fue nuestro querido profesor Carlos Gómez, elegido como el mejor por mi generación, y cuya exigencia intelectual dejaba siempre espacio para el pensamiento propio. Aprendí que los datos son fundamentales, pero también lo son el contexto, la intuición informada y la empatía. Esa combinación fue clave para desarrollar una capacidad de anticipación, que hasta hoy considero una de las herramientas más valiosas en la alta dirección: saber leer señales antes de que se conviertan en crisis. Esa mirada integral —que conjuga análisis riguroso con sensibilidad estratégica— tiene su raíz en la formación que recibí en la FAE.
A lo largo de su carrera ha encabezado entidades que resguardan el bienestar colectivo (Isapres, UAF, Superintendencia de Pensiones). ¿De qué modo la formación FAE alimentó ese compromiso con el servicio público y la transparencia?
La Usach no solo forma profesionales, forma convicciones. Releva la importancia de integrar miradas diversas, incluso cuando provienen de opiniones contrapuestas. Desde mis primeras experiencias laborales entendí el valor de respetar y fortalecer la institucionalidad. Pero también aprendí que la institucionalidad no es estática: a veces necesita transformarse, evolucionar, para responder a nuevas realidades y a las demandas legítimas de los grupos de interés. Y eso no se declara, se demuestra con hechos. Esa lección me acompaña hasta hoy. He trabajado por fortalecer sistemas de control, transparencia y ética organizacional, convencida de que son condiciones esenciales para la sostenibilidad y legitimidad de cualquier institución. Todo ese compromiso se nutre del sello formativo que heredé de mi universidad.
Muchas y muchos jóvenes de la FAE sueñan con llegar tan lejos como usted. ¿Qué consejo concreto les daría sobre cómo aprovechar la universidad para abrirse camino en posiciones de liderazgo nacional?
Que nunca pierdan de vista su propósito. Que sean rigurosas y rigurosos, sí, pero también que se formen como personas íntegras, con criterio, capacidad de escucha y sentido de lo público. El liderazgo no se construye solo con logros individuales, sino también con vínculos de confianza, colaboración y coherencia. En lo personal, siempre he creído que el logro de una es el logro de todas. No compitamos entre nosotros: colaboremos. Respetar a los demás, mantener los egos a raya, tener los pies en la tierra y conservar la conexión con la realidad son elementos clave para no perder perspectiva. Porque llegar lejos no sirve de mucho si al final no sabemos para qué.
En un directorio históricamente dominado por hombres, ¿cómo espera aportar a la paridad de género y a la incorporación de miradas diversas en la toma de decisiones de Codelco?
Con coherencia. Mi presencia en el directorio de Codelco es el resultado de una trayectoria, pero también de una convicción profunda: abrir camino a otras mujeres, y demostrar que la diversidad no es solo un principio de justicia, sino una condición para una mejor gobernanza. La paridad no es una meta simbólica. Es una herramienta que amplía la mirada, enriquece el debate y mejora la calidad de las decisiones estratégicas. Espero ser una voz que impulse espacios más inclusivos, colaborativos y conscientes del impacto social de lo que se define en ese nivel. Y diversidad no significa solo género. También implica armonizar experiencias distintas, trayectorias profesionales diversas, sensibilidades sociales, e incluso opiniones políticas contrapuestas. Todo eso contribuye a un análisis de riesgos más profundo y a una gobernanza más robusta, especialmente en una empresa del tamaño, impacto y relevancia de Codelco.
Mirando la próxima década, ¿qué papel deberían desempeñar las y los ingenieros comerciales de universidades públicas como la Usach en los grandes temas país: productividad, transición energética, pensiones y transparencia?
El mundo es hoy mucho más complejo que cuando yo me formé en estas aulas. Las organizaciones deben ser capaces de equilibrar múltiples variables que antes ni siquiera estaban sobre la mesa: sostenibilidad, confianza pública, impacto social, legitimidad, ética. Ya no basta con mirar los números: se requiere comprender los contextos y anticipar los riesgos no financieros. Vivimos en un entorno de desconfianza generalizada. Recuperar la confianza —no una confianza ciega, sino lúcida, crítica y bien fundada— es uno de los grandes desafíos del país. Y en ese proceso, el rol de las y los ingenieros comerciales formados en universidades públicas como la Usach es clave. Necesitamos liderazgos éticos, con sensibilidad social y visión estratégica. Profesionales que no solo dominen los modelos, sino que también entiendan a las personas. Que sepan traducir la complejidad en decisiones responsables y sostenibles. Que sean capaces de construir consensos en temas tan urgentes como pensiones, transición energética, productividad y transparencia. Porque equilibrar esas tensiones no es una opción: es una necesidad para construir futuro.
Finalmente, ¿qué significa para usted llevar el sello Usach al máximo nivel directivo de la mayor compañía del Estado y qué mensaje enviaría a la comunidad FAE sobre la relevancia de la formación pública para el desarrollo nacional?
Es un honor inmenso y también una gran responsabilidad. Llevar el sello Usach al directorio de la principal empresa del Estado es una forma concreta de demostrar que desde la educación pública se puede llegar lejos, con mérito, ética y propósito. Espero estar a la altura de esa representación, no solo por lo que significa para mí en lo personal y profesional, sino por lo que puede inspirar en quienes vienen detrás: que confíen en su formación, en su voz y en su capacidad de transformar Chile con valor. Estoy profundamente orgullosa. Feliz de poder compartir este momento con mi mamá —que tiene el pecho el doble de hinchado que el mío—, con mi hijo, a quien espero dejarle un ejemplo de compromiso y convicción, y también con mi pareja, que ha sido un compañero apoyador y entusiasta, celebrando conmigo cada paso y cada desafío. Porque los logros individuales rara vez lo son del todo: detrás siempre hay afectos, redes, confianza y amor.
Facultad de Administración y Economía #Transformaconvalor