Por profesor Braulio Cariman Linares
"El Consejo de Rectores de Universidades Chilenas (CRUCH) se encuentra frente a una encrucijada vital. A 57 años de su creación y a 30 años desde la reforma educacional de 1981, que permitió la creación de otros tipos institucionales (Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica) y la participación de los privados en la provisión de educación superior, el contexto en el que se desenvuelve ha cambiado radical y definitivamente.
Desde su creación, mediante la Ley N° 11.575 de 1957, hasta 1981 el CRUCH fue indiscutiblemente el órgano de representación y coordinación del conjunto de las instituciones de educación superior existentes en el país. En ese escenario fue un actor clave en el desarrollo del sistema universitario chileno y una voz de reconocido prestigio en una variada gama de temas de interés nacional.
No obstante, una vez que comienzan a crearse instituciones privadas que se desarrollan al margen del CRUCH y más aún cuando se consolida de manera vertiginosa el sector privado a contar de los años noventa, esta instancia ha perdido progresivamente representación, sentido y justificación.
Según algunos actores del sistema de educación superior, el CRUCH ya no representa al conjunto de instituciones de educación superior y ni siquiera hace mérito a su nombre, pues tampoco representa a todas las Universidades del país. Hoy existen 60 Universidades y el CRUCH agrupa a sólo 25 de ellas que en todo caso aún representan más de la mitad de la matrícula universitaria nacional (52 %, de acuerdo a datos de 2009); sin embargo, si se considera la matrícula total del sistema de educación superior (incluyendo a los institutos profesionales y centros de formación técnica), la matrícula del CRUCH sólo representa un 36% del total de la matrícula nacional.
En este escenario, el CRUCH hoy está sometido a un intenso cuestionamiento fundamentalmente del sector privado extra CRUCH y, además, enfrenta una constante y creciente tensión con el sector privado intra CRUCH, lo que se ha visto reforzado en los últimos años por las opiniones o posiciones adoptadas por sendos informes nacionales e internacionales sobre el sistema de educación superior chileno que se han pronunciado sobre la naturaleza, funciones y proyecciones de este órgano.
Por ejemplo, el informe final del Consejo Asesor Presidencial para la Educación Superior "Los desafíos de la educación superior chilena" (2008), instancia convocada durante el gobierno de la Presidenta Bachelet, reconoce que este órgano, no obstante su enorme contribución al desarrollo y configuración del sistema de educación superior desde su creación, hoy no representa a la educación superior en su conjunto y ha perdido significado. Es más, en dicho informe se consigna que "el CRUCH constituye una fuente de segregación de estudiantes e instituciones que lleva a exclusiones al momento de discutir y elaborar políticas relevantes" para el sistema de educación superior, frente a lo cual se puntualiza que "sería importante evaluar su continuidad como instancia decisional".
En la misma línea, el informe final de la OCDE y el Banco Mundial "La educación superior en Chile" (2009) sugiere acabar con la distinción entre las universidades del CRUCH) y las que no son parte de el. Por un lado, considera "injustificable" que las instituciones del CRUCH monopolicen los aportes fiscales directos y, por otro, critica que decida en nombre del sistema, siendo que excluye a buena parte de las universidades considerando que, en definitiva, "es obsoleto e introduce inequidades".
Pero, como se mencionó anteriormente, el CRUCH no sólo está enfrentando un clima de cuestionamiento externo, sino además ha experimentando en los últimos años en solapada y a veces abierta confrontación interna entre el subsector de instituciones estatales, agrupada en el Consorcio de Universidades Estatales de Chile y las universidades privadas presentes en su propio seno.
Este contraste de posiciones se ha intensificado desde el año 2008 cuando el Rector de la Universidad de Chile propuso un "Nuevo Trato" entre el Estado y las universidades estatales, traducido en concreto en un trato preferente y un financiamiento basal mínimo y permanente. Esto resintió la cohesión interna del CRUCH ya que las universidades privadas que lo componen fueron las primeras en reparar en lo solicitado, argumentando, a grandes rasgos, que no era justificable asentar discriminación alguna en función sólo de la propiedad o la definición legal de las instituciones. Este "impasse" detonó la creación de la Red Universitaria Cruz del Sur que, junto al Consorcio de Universidades Estatales de Chile y la Agrupación de Universidades Regionales, no hizo más que complejizar aún más la dinámica interna de CRUCH.
Es decir, el CRUCH se encuentra en una encrucijada vital. El contexto en el que se desenvuelve cambió radicalmente y en los últimos años ha estado sometido a un intenso cuestionamiento que apunta a su representabilidad y legitimidad. En este marco son muchas las voces que abogan porque sea reemplazado, por ejemplo, por una Conferencia de Universidades (o instituciones) Acreditadas.
¿Eliminación, absorción, subordinación, difuminación o supervivencia?. El desafío que enfrenta entonces el CRUCH tiene a lo menos dos vertientes. Por un lado, su supervivencia está asegurada mientras no se modifique su cuerpo legal, no obstante lo normativo no resuelve su problema de representabilidad a menos que se amplíe su composición mediante esa vía, Por otra parte, es posible que el CRUCH recupere su protagonismo en el ámbito de la educación superior impulsando activamente su reciclaje en el nuevo contexto irreversible que se ha configurado, dejando de ser un mero espectador del curso de los acontecimientos".