Impacto de la expansión pública:  
Los pros y contras del aumento de casi 11% del gasto público en 2009  
 
La participación del Estado en la economía alcanzaría el 24% este año, en comparación con el 18% de 2006. 
 
En el primer cuatrimestre del año, el gasto público presupuestario ha aumentando en 19,4% respecto de igual período del año anterior. Las autoridades justifican esa alza basándose en que se trata de un impulso fiscal no sólo necesario para alentar la actividad en un momento de profunda crisis mundial, sino que se está respetando el principio de la regla fiscal estructural: gastar más en el período de vacas flacas, gracias a los ahorros que hubo en la anterior era de abundancia. 
 
Para el año, el Gobierno proyectó un incremento del esfuerzo fiscal consolidado de 10,7% real, que sería el mayor desde 1990 (ver infografía B 1). La desconfianza de algunos analistas estriba en que ese techo podría perforarse, como en 2008. A continuación, los elementos a favor y en contra del aumento sostenido del gasto fiscal en 2009. 
 
Los pros 
 
1. Reemplazo de demanda privada. "El único riesgo que existe es que el gasto fiscal sea insuficiente este año", comenta Christian Larraín, socio de CL Group. A juicio de los economistas, es un principio correcto elevar en esta etapa dura el gasto público debido al fuerte retroceso de la demanda interna y externa privada debido a la debacle internacional. El Estado, en este caso, busca reemplazar en parte lo que debería hacer el mercado. "En un año normal, un alza del gasto público del 11% sería un locura, pero éste es un año extraordinario", agrega Larraín. Según Tomás Flores, investigador de Libertad y Desarrollo, lo bueno es que en estos primeros meses se ha privilegiado un aumento en la inversión pública, justo lo más alicaído de la demanda privada. 
 
2. Sin temor a la inflación (por ahora). Al menos por este año, sostienen los expertos, no debería haber problemas de inflación. Por el contrario, hay temor a una deflación, motivo por el cual la inyección de recursos desde el fisco no acumularía energías inflacionarias. Christian Larraín plantea que según la encuesta del Banco Central, se espera que el IPC varíe en 0,2% promedio este año. Tomás Flores advierte que sí se podría incubar una peligrosa espiral inflacionaria para 2010 si el Gobierno no aplica freno a tiempo. 
 
3. Capacidad de desahorro. Un elemento destacado por los consultados es que los dineros que se utilicen provendrán de los recursos acumulados en la época de altos precios del cobre. A diferencia de otros países, Chile no deberá endeudarse. "Esto nunca lo pudimos hacer para crisis anteriores", comenta José Ramón Valente, director ejecutivo de Econsult. 
 
Los contras 
 
1. Perjuicio en el tipo de cambio. El elemento más mencionado como efecto negativo del alza fiscal se vincula con el tipo de cambio. Según estimaciones del jefe de Estudios de Inversiones Security, Aldo Lema, el mayor peso del gasto público en la economía en los últimos tres años ha provocado una caída del tipo de cambio real de entre 7% y 14%. "O sea, sin esta mayor presión fiscal, el tipo de cambio de equilibrio estaría sobre los $600", sostiene Lema. En este caso, además, la economía podría perder competitividad para cuando empiece la recuperación, observa José Ramón Valente. Christian Larraín cree que deben tomarse medidas para no afectar al sector exportador. 
 
2. Más Estado, menos mercado. "Uno debería mirar a largo plazo: la expansión del gasto fiscal no sería sólo de este año, sino de varios hacia atrás", recuerda el académico Guillermo Pattillo, de la Universidad de Santiago. La crítica es que el Estado crece más que el PIB de tendencia de la economía, y por lo tanto su tamaño relativo aumenta. Según Aldo Lema, si en 2006 el Estado representaba el 18% del PIB, en 2009 será casi el 24%. Y al aumentar, desplaza en importancia al sector privado, describe Pattillo: "Y mañana serán los privados los que deberán financiar, mediante impuestos, este mayor Estado". 
 
3. Año electoral. Flores teme que con una política monetaria que está llegando al límite de su efectividad y más solicitudes por programas de empleo, haya tal presión política en este año electoral que el gasto termine desbocándose. Para Pattillo, el asunto empeora cuando se toman los índices de eficiencia de ese gasto, que si bien han mejorado en los últimos años, siguen siendo peores que el uso alternativo de los mismos. Por ejemplo, Valente propone incentivos a la inversión privada vía rebajas de impuestos.
 

Publicado en El Mercurio