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Facultad de Administración y Economía

De la mano de “Suacher” a cuidar la casa: la vida de Miriam Morales en la FAE

De la mano de “Suacher” a cuidar la casa: la vida de Miriam Morales en la FAE

Llegó siendo niña, acompañando a su padre, Eleodoro Guillermo Morales Orellana, conocido como “Schwarzenegger” o “Suacher”, cuando la FAE era solo un edificio antiguo y muchas ganas de salir adelante. Hoy, Miriam Morales Rivera es parte viva de algo que ha perdurado más que cualquier construcción: una comunidad que se cuida, se recuerda y se reconoce como familia.

Hay personas que llegan a la Facultad de Administración y Economía a estudiar. Otras, a trabajar. Y hay historias excepcionales, como la de Miriam Morales Rivera, que llegó a la FAE cuando todavía era una niña, tomada de la mano de su padre, mucho antes de imaginar que ese lugar se transformaría en su segunda casa para toda la vida.

Tenía apenas siete años cuando acompañaba a Eleodoro Guillermo Morales Orellana, funcionario de mantención y figura entrañable de la facultad, a quien todas y todos conocían como “Schwarzenegger” —o “Suacher”, para las y los más cercanos—. Pequeño de estatura, siempre cargado de proyectores, herramientas y cajas, el apodo no venía del físico, sino de su fuerza incansable y su disposición permanente para ayudar. En ese entonces, la FAE era solo el edificio antiguo y Miriam pasaba las horas borrando pizarras, recorriendo salas y observando un mundo que se le hacía enorme y fascinante.

Los fines de semana, su padre la llevaba consigo al trabajo. Mientras él cumplía sus labores, ella jugaba, miraba y aprendía sin saberlo. “Suacher” no solo limpiaba o arreglaba cosas: instalaba proyectores, apoyaba en salas, participaba activamente de la vida universitaria y hasta se disfrazaba en los aniversarios de la facultad, algo que en su casa nadie hubiera imaginado. Fue reconocido en dos ocasiones como mejor funcionario, dejando una huella que aún hoy muchas y muchos recuerdan con cariño.

Miriam jamás pensó que algún día trabajaría en la FAE. Sin embargo, tras el fallecimiento de su padre producto de una enfermedad, la vida la trajo de vuelta. Primero comenzó en el casino de la facultad, atendiendo almuerzos, y luego llegó al decanato, donde apoyó en la organización de reuniones, actividades y en todo lo que fuera necesario. No llegó como una desconocida: para muchas personas, seguía siendo la hija de Schwarzenegger.

Una de las anécdotas que mejor refleja ese espíritu de comunidad ocurrió cuando quedó embarazada siendo muy joven. Sus compañeras y compañeros se organizaron espontáneamente para reunir apoyo y regalarle cosas para su hija que estaba por nacer. Un gesto simple, pero profundamente significativo, que Miriam guarda como uno de los recuerdos más lindos de su historia en la facultad.

Ese mismo espíritu solidario volvió a hacerse presente años después, cuando Miriam enfrentó un complejo problema de salud producto de una hernia que la tuvo muy complicada. En ese momento difícil, la respuesta fue inmediata: la FAE se organizó para ayudarla a poder operarse, demostrando que aquí nadie está sola ni solo. A ese apoyo se sumaron también personas de todos los departamentos, demostrando la unión y solidaridad.

Miriam recuerda ese período con profunda gratitud. Agradece la ayuda de cada una y cada uno de los integrantes de la FAE, así como de quienes, desde otros espacios de la universidad, se hicieron presentes. Para ella, fue una confirmación de algo que siempre ha sentido: que la facultad no es solo un lugar de trabajo, sino una familia que se cuida y se acompaña, especialmente cuando más se necesita.

Hoy, desde el área administrativa de infraestructura FAE, su trabajo es tan diverso como clave: coordina mantenciones, gestiona ascensores, organiza trabajos, revisa edificios, atiende reuniones y se preocupa de que todo funcione para que la vida diaria de la facultad siga su curso. Ha pasado por biblioteca, economía, decanato, activos fijos e infraestructura, asumiendo cada cambio como un desafío y una oportunidad para aprender.

Quienes la conocen coinciden en algo: Miriam siempre anda con una sonrisa. Incluso en los días difíciles, intenta levantar el ánimo con una talla, una conversación liviana o una risa compartida. Para ella, la FAE no es solo un lugar de trabajo. Es su casa, su historia y su familia extendida.

Cuando se le pregunta cómo le gustaría que la recordaran, responde sin rodeos: como alguien alegre. Y cuando piensa en su padre, siente que sigue acompañándola. No solo porque continuó su camino, sino porque, al igual que él, comenzó desde abajo, aprendió en el trayecto y se ganó el cariño de quienes la rodean.

Miriam Morales es, probablemente, una de las pocas personas que creció junto a la FAE. La hija de Schwarzenegger no solo heredó un apodo entrañable, sino también una forma de estar en la facultad: con compromiso, cercanía y la certeza de que, aquí, la familia siempre responde.

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