Dr. Juan Manuel Zolezzi Cid
Rector
Universidad de Santiago de Chile
¿Qué espera la sociedad de nuestras universidades? Un interrogante que puede tener múltiples respuestas y no menos reflexiones. Como garantes de la diversidad, del pluralismo, del libre intercambio de las ideas y de la creación y transmisión del conocimiento universal, las universidades tienen una función ampliamente reconocida.
No obstante la falta de conciencia en cuanto a que es la universidad representante de los valores democráticos y de la libre reflexión, hay luces que iluminan el camino. No todas las universidades tienen la obligación de responder a lo que la sociedad en su conjunto pudiese demandar de ellas. Es cierto, hay casas de estudio cuyo actuar obedece a sus doctrinas fundadoras y a ciertos parámetros ideológicos. No hay nada de malo en ello, la diversidad y el pluralismo son enriquecidos por universidades que piensan distinto, que sueñan diferente, que ven el país y el mundo desde distintos enfoques.
Es en esta perspectiva que la Responsabilidad Social de las universidades puede tener miradas distintas. Puede haber una noción errada de lo que es esa Responsabilidad Social. No es caridad ni asistencia social, sino más bien el compromiso de las universidades en asumir como propios los temas y las problemáticas país y en contribuir en la búsqueda de soluciones y propuestas que desde la academia beneficien a todos los sectores de la sociedad.
Las universidades hoy, poseedoras de proyectos académicos sostenibles y legítimos, tienen la oportunidad de reinventarse con proyectos sociales universitarios innovadores, diferentes, alejados del asistencialismo, cercanos al compromiso y a la retribución. Todas pueden hacerlo, es una opción voluntaria. No así las universidades del Estado, instituciones públicas de todos los chilenos cuya obligación legal y moral de promover el desarrollo de las más diversas disciplinas científicas, sociales, artísticas y culturales las llama a activar y extender su responsabilidad social.
Pareciera ser que la sociedad chilena ha perdido la confianza en las universidades estatales. No pocos se han preocupado de deslegitimarlas y en poner en tela de juicio su rol público y social. Pocos saben, en cambio, el difícil escenario en que ellas viven (y sobreviven), adversidad que, en todo caso, no desanima. Por el contrario, fortalece su espíritu público, basado en los principios y valores que nuestra sociedad demanda. Es merecido, por consiguiente, un nuevo trato del Estado hacia sus universidades. El reciente anuncio presidencial acerca del plan de desarrollo de las humanidades, las ciencias sociales y las artes en las universidades estatales nos da optimismo y reafirma nuestro compromiso.
A modo de ejemplo. Las universidades del Estado forman profesionales a partir de estudiantes que provienen principalmente de la educación municipalizada y particular subvencionada. En especial, estos estudiantes manifiestan fuertes déficits de formación. ¿Qué hacer al respecto?
Apoyar la educación temprana de estos alumnos, insertándolos en el proceso formativo de la enseñanza media, a través de un proyecto educativo, que integre al mundo de la educación media municipalizada y particular subvencionada con la universidad, atrayendo desde allí a jóvenes con talento, independiente de su situación socioeconómica; acogiéndolos y reforzando sus competencias vinculadas al conocimiento, habilidades y actitudes, para luego invitarlos a formarse en nuestras casas de estudios.
El origen de nuestros estudiantes, lejos de ser un impedimento, puede ser interpretado como una gran oportunidad. Somos un vehículo -no lo suficientemente reconocido- de cambio social para el país. Por lo tanto, proponemos apropiarnos de la Responsabilidad Social como sello diferenciador para nuestras instituciones.
La Responsabilidad Social Universitaria implica comprometernos a trabajar con calidad y excelencia. Nos alienta a estar continuamente observando y reportando nuestra contribución social al país con indicadores verificables que garanticen la transparencia de nuestros resultados. La realización y publicación de los Balances Sociales de las universidades permitirá, en distintas formas, marcar la diferencia en el variopinto "mercado universitario".