todos intentando conjugarse en un futuro de esperanza.

    Las empresas son heterogénas; con realidades empresariales diversas, profundas, algunas familiares, otras multinacionales; muchas autogestionadas y las más microempresas. Ellas reflejaban el anhelo de progreso de sus dueños y trabajadores, el deseo de enraizarse en la tierra y alcanzar mejores condiciones de vida. En la medida que trabajadores y empresarios acojan su destino común, habrá riqueza brotando en beneficio de la sustentabilidad de sus vidas y proyectos empresariales. Sólo si el proyecto individual se transforma en colectivo -con trabajadores y empresarios definiendo en una mesa común-, la sociedad podrá mirartranquila su devenir.

    En esto, el rol del Estado es crucial promoviendo la armonía. Aquella que reconoce a los trabajadores no como mera mercancía, sino como seres humanos con sueños esperanzas, y muchas veces logros inalcanzados. Ellos requieren un sistema social inclusivo, que les permita paliar lo que el mercado privado no es capaz de proveer.

    Muchos empresarios, por su parte, pueden ser llamados 'obreros de sus negocios'; se les va la vida pagando impuestos, cumpliendo con la planilla salarial a fin de mes, resolviendo desafíos enormes. De sus buenas y malas decisiones depende el futuro de muchos. Ellos también precisan un sistema de equidad en la negociación con las grandes empresas, y con el concentrado sistema financiero. Su trabajo no tiene límite horario, es un trabajo de vida.

    Trabajadores y empresarios se necesitan para configurar escenarios de bienestar. Por esto no puede un empresario socavar los deseos de justicia y progreso de sus trabajadores, cuando la empresa tiene una buena performance económica-financiera. Está invitado a repartir en mayor forma los excedentes, creando así un sentido de empresa de manera profunda. Tampoco el trabajador puede exigir 'voluntaristamente' lo que una empresa no puede entregar; debe mirar la realidad de su 'hogar laboral', y sobre esa base plantear demandas legítimas.

    En países con diálogo social exitoso, han vinculado a trabajadores y empresarios en la estrategia de desarrollo. Allí no se trata sólo de apretarse el cinturón, cuando es necesario; también llega el momento de soltarse el cinturón. Esto genera un mejor clima social, mayor productividad y por sobre todo, la conciencia de que los seres humanos -trabajadores y empresarios- tenemos muchas más cosas que nos unen que aquellas que nos separan.


Publicado en Revista Desafío