Economista USACH
Las noticias negativas
han sido devastadoras. Las ineficiencias de la ONEMI y de la Armada en
alertar el tsunami no son admisibles. Como también son no admisibles
las "no respuestas" de algunas Inmobiliarias ante sus clientes.
Sabemos que los presupuestos en adquisición de armamentos y material
bélico son gigantescos y, sin embargo, no tenemos un sistema de alerta
eficiente ante estos eventos.
El centralismo frente a un país tan largo hace urgente también la modificación de las estructuras de poder local y regional. Se debe comenzar la reconstrucción para cientos de localidades ubicadas en la costa huasa del Maule y del Gran Concepción. También las ciudades maulinas han quedado devastadas. Debe venir una reconstrucción rápida, que aminore las pérdidas materiales y humanas que han experimentado estos chilenos. Esta reconstrucción deberá ser guiada por el Estado (financiada y estructurada desde las agencias del Estado) para rehacer infraestructura básica primaria (caminos, puertos), enmendar colegios, hospitales y entes públicos y, también, debe aprobarse un plan de profundización de lo que hace ya Corfo (líneas crediticias, garantías FOGAPE, etc.) para hacer un salvataje de las empresas pequeñas, medianas y microempresas.
El Banco Estado deberá, en esta zona, profundizar lo iniciado recientemente (exenciones de dividendos hipotecarios por un período limitado, entre otras) y asumir un rol mucho más protagónico en términos de fijación de tasas de interés. Deberá haber una extrema precaución en las licitaciones de reconstrucción para cuidar el bien público y así evitar el aprovechamiento de empresas privadas acaparando contratos por razones indebidas. Cuanto antes se restablezca el comercio local, y vuelva a operar con completa normalidad el flujo exportador, las economías locales destruidas volverán a cierta normalidad.
Es importante señalar que también la solidaridad de todos los chilenos (pudientes y no pudientes) se ha volcado a favor de los compatriotas sureños. Las ansiadas reformas económicas de la administración Piñera deberán comenzar en esta zona, y el diseño de su plan de gobierno deberá, ahora, ser capaz de devolver a estas comunidades sus sueños y esperanzas. No puede dañarse más el patrimonio social de Chile.
Pero, ¿quién reconstruirá el sur chileno en la práctica?: a no dudarlo, los brazos de chilenos esforzados, de aquellos que se ubican en el 40% más pobre. De aquellos que no abandonarán su tierra porque sus raíces y sus recuerdos los conectan a ese Chile histórico, vital. Sus localidades, pueblos y ciudades deberán ser reconstruidos. Pero ellos aportarán lo más importante en esta etapa: el paisaje humano. Y aunque desde el "Santiago no afectado" les digamos livianamente "que lo material se recupera", sólo ellos saben cuánto dolor han experimentado.
Publicado en Usach al día.
El centralismo frente a un país tan largo hace urgente también la modificación de las estructuras de poder local y regional. Se debe comenzar la reconstrucción para cientos de localidades ubicadas en la costa huasa del Maule y del Gran Concepción. También las ciudades maulinas han quedado devastadas. Debe venir una reconstrucción rápida, que aminore las pérdidas materiales y humanas que han experimentado estos chilenos. Esta reconstrucción deberá ser guiada por el Estado (financiada y estructurada desde las agencias del Estado) para rehacer infraestructura básica primaria (caminos, puertos), enmendar colegios, hospitales y entes públicos y, también, debe aprobarse un plan de profundización de lo que hace ya Corfo (líneas crediticias, garantías FOGAPE, etc.) para hacer un salvataje de las empresas pequeñas, medianas y microempresas.
El Banco Estado deberá, en esta zona, profundizar lo iniciado recientemente (exenciones de dividendos hipotecarios por un período limitado, entre otras) y asumir un rol mucho más protagónico en términos de fijación de tasas de interés. Deberá haber una extrema precaución en las licitaciones de reconstrucción para cuidar el bien público y así evitar el aprovechamiento de empresas privadas acaparando contratos por razones indebidas. Cuanto antes se restablezca el comercio local, y vuelva a operar con completa normalidad el flujo exportador, las economías locales destruidas volverán a cierta normalidad.
Es importante señalar que también la solidaridad de todos los chilenos (pudientes y no pudientes) se ha volcado a favor de los compatriotas sureños. Las ansiadas reformas económicas de la administración Piñera deberán comenzar en esta zona, y el diseño de su plan de gobierno deberá, ahora, ser capaz de devolver a estas comunidades sus sueños y esperanzas. No puede dañarse más el patrimonio social de Chile.
Pero, ¿quién reconstruirá el sur chileno en la práctica?: a no dudarlo, los brazos de chilenos esforzados, de aquellos que se ubican en el 40% más pobre. De aquellos que no abandonarán su tierra porque sus raíces y sus recuerdos los conectan a ese Chile histórico, vital. Sus localidades, pueblos y ciudades deberán ser reconstruidos. Pero ellos aportarán lo más importante en esta etapa: el paisaje humano. Y aunque desde el "Santiago no afectado" les digamos livianamente "que lo material se recupera", sólo ellos saben cuánto dolor han experimentado.
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