El Plan Tributario de Piñera es el adecuado en esta fase, pese al rechazo de su sector político. Tiene, sin embargo, "letras chicas" que revisar.
    La utilidad de poco más de $50 millones como límite por año para empresas pequeñas para acogerse a la exención del 14 bis (no pagar impuestos si utilidades permanecen en la empresa) es demasiado bajo. Se tiende a pensar que fue un aumento parejo de impuestos a empresas para evitar subdivisión de RUTs. En cuanto al royalty minero, la aplicación variable durante dos años, de una tasa entre 3,5% a 9% dado el resultado operacional (se espera que el ciclo alcista del cobre se mantenga), parece demasiado poco para alargamiento de años de la invariabilidad tributaria (del 2019 a 2025). La Ley de Donaciones también va en sentido correcto, excepto la forma de gobernar estos recursos. El plan tiene el mérito de que minimiza los efectos macroeconómicos adversos de un uso masivo del fondo soberano, y los de un considerable endeudamiento. Los recursos generados vía crecimiento económico tienen una contribución relevante (30% del plan), pero se desconoce la influencia de los ciclos internacionales.
    El Presidente Piñera prometió reconstruir y mejorar lo que había. Esto implica que a través de dichos recursos se debe reponer el stock de capital.
    También se deben multiplicar los esfuerzos de Corfo en cuanto a líneas especiales de financiamiento para Pymes y Cooperativas en las zonas afectadas.
    Y entonces ¿para qué son los impuestos? Para reconstruir el tejido social dañado, para poner en pie los villorios, los pueblos y ciudades afectadas, para financiar empresas pequeñas, para invertir en educación y salud. En resumen el mercado se ha debilitado: para así construir mercado.

Francisco Castañeda
Economista Usach.

Publicado en Estrategia y La Tercera.