Francisco Castañeda
 

Si los recursos públicos son por definición escasos, y de un alto costo de oportunidad, deberían focalizarse en consecuencia en proyectos socialmente rentables. El denominado AFI (Aporte Fiscal Indirecto, 42 millones de dólares por año) que reciben todas las universidades por captar los mejores puntajes, se asemeja más a un "premio a la buena cuna y a la calidad de los colegios donde estudió un alumno". Si el argumento central de la autoridad es la Eficiencia (que el alumno elija la institución donde lleva su AFI) y la equidad (permitir acceso a grupos vulnerables con talentos), debería entonces incluirse en el subsidio AFI un porcentaje relevante de otras características medibles (ranking en el curso y pertenecer a los deciles más pobres, aparte de su puntaje PSU). Aunque el decil más pobre ha incrementado su tasa de participación en educación superior, el decil más rico participa 5 veces más (sobre el 70%). Incrementar sustantivamente el monto AFI con las modificaciones señaladas, incentivará a instituciones de educación superior a incrementar la participación de los déciles más pobres en sus aulas. Parte de estos "nuevos recursos" podrían asignarse a la creación de vigorosos Propedéuticos (apoyo académico previo), en los que participen, entre otros, alumnos de ultimo año de las diferentes carreras.
 

Incorporar alumnos de diverso origen social a la educación superior de forma más acelerada, es un objetivo que tiene que ver con la diversidad sociocultural de largo plazo, la innovación social en la raíz de la sociedad, y por sobre todo, de incorporar talentos ocultos ("capital muerto", Hernado de Soto). El MINEDUC tiene la palabra.
 

Publicado en Estrategia y en el Diario Financiero