Pese a la baja, privados y trabajadores dicen que este año el deteriorado contexto económico y laboral desincentivó la conflictividad.
Mantener el empleo es la consigna que reina en tiempos de crisis, más aún cuando la tasa de desocupación nacional ya ronda los dos dígitos -marcó 9,8% en el trimestre terminado en abril- y los cálculos más pesimistas apuntan a que podría superar el 12% en los meses de invierno, cuando la estacionalidad juega en contra de la ocupación, ya que se terminan los trabajos agrícolas y se paralizan algunas obras.
Así, el riesgo de los trabajadores de perder su fuente laboral ha actuado como un desincentivo a la conflictividad laboral y el número de huelgas al interior de las empresas anota una disminución anual de 14% en los primeros cuatro meses del año.
Este menor dinamismo en las huelgas contrasta con el incremento de 25% que registraban las paralizaciones de trabajadores en igual período del año pasado.
MAYOR ENTENDIMIENTO
De acuerdo a datos proporcionados por la Dirección del Trabajo (DT), en el primer cuatrimestre de este año las huelgas activas totalizan 57, frente a las 66 que se registraban en el mismo período de 2008. Además, se observa una disminución de 9% en el número de huelgas terminadas y un incremento en la cantidad de trabajadores involucrados en las movilizaciones, que subió 58% (de 4.004 a 6.362 en el año). También disminuyeron de 12 a 10 los días promedio de duración de los conflictos laborales.
Tanto para privados como para los trabajadores el diagnóstico es inequívoco: el temor a la pérdida del empleo desalienta la búsqueda de reivindicaciones laborales, principalmente las de tipo salarial al interior de las empresas.
El presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Arturo Martínez, reconoce que "este año los trabajadores prefieren, ante todo, mantener su empleo y por ello optan por entenderse con la empresa en lugar de confrontarla. Efectivamente, ha bajado el nivel de conflictividad".
MECANISMOS EXTREMOS
Coincide con la percepción de Martínez, Guillermo Pattillo, académico de la Universidad de Santiago. El economista anticipa que en el escenario más probable los reajustes salariales serán muy acotados.
"En una época en que la deosupación está creciendo con mucha fuerza y que lo hará aún más, es probable que el incentivo a usar mecanismos extremos para avanzar en peticiones de sueldo se reduzca fuertemente. Un trabajador va primero que todo a evitar que lo despidan. Si después de eso tiene algún espacio de negociación, de mejoras salariales o de otro tipo, los va a usar, pero lo más probable es que lo haga con moderación", advierte.
En 2008 los salarios nominales crecieron 8,5% pero en términos reales -descontando la inflación acumulada en el período-, cayeron 0,2%.
El abogado laboral Huberto Berg, de Berg Consultores, estima que "a diferencia de lo que sucedió en buena parte de 2008, año que estuvo dominado por la participación de activistas en huelgas como las de Codelco y Agrosuper y que generaron un clima muy confrontacional, ahora son los trabajadores los que están tomando el control de las negociaciones. Por eso las demandas han sido mucho más aterrizadas", asegura.
El foco inmediato en el ámbito laboral viene ahora en la negociación del reajuste del salario mínimo.
Publicado en La Tercera