Francisco Castañeda
Economista USACH
 
    La queja oficialista de que el bono de Piñera de 40.000 es un cohecho electoral por anticipado, ha generado legítima discusión. En sectores de oposición era común escuchar en sus economistas y políticos que estos bonos dados por el Gobierno eran asistencialismo puro, y que no resolvían nada. Ergo: "mejor enseñarles a pescar". En el oficialismo señalaban que estos bonos contribuirían a sectores vulnerables en momentos en que la crisis afecta sobre todo a estos grupos más desválidos económicamente. El bono oficialista se adornaba así con un fuerte contenido ético y solidario, con la sospecha de que se masificaba en año electoral. Ahora si Piñera es elegido presidente, y quiere entregar este bono, está en su derecho, tal como el gobierno de Bachelet lo ha hecho. Pero el trasfondo es otro: el alto grado de inequidad y la dispersión salarial es tan concentrada, que a millones de chilenos un bono de 40.000 por carga le contribuye a su escuálido presupuesto familar. En un país europeo occidental esto sería una ofensa, incluso ajustando el bono por paridad de poder de compra. Estas inequidades las debería resolver el sistema tributario, la inclusión del capital humano, y por supuesto la eliminación del clientelismo empresarial y político (entre otras). Así habría "más espacio en el mar" para que estos grupos puedan ser pescadores de su propio futuro.
 
Publicado en La Tercera, Estrategia y Financiero