En el Auditorio de la FAE, decenas de jóvenes pudieron conocer las alegrías y dificultades que tuvo la travesía por África de Juan Pablo Toro, con el fin de contar cómo pudo emprender y cumplir uno de los sueños más grandes para él.
El pasado 20 de marzo, el Departamento de Administración de la FAE Usach dio inicio a su ciclo de charlas para estudiantes con la experiencia de Juan Pablo Toro, ingeniero Comercial que, en agosto de 2021, decidió comprar un pasaje de avión de sólo ida con destino a Turquía para viajar por primera vez en bicicleta. No tenía una ruta planificada, ni tampoco señal de internet, y antes de viajar sólo utilizaba la bicicleta para ir desde su casa al metro, pero si bien no estaba muy preparado, confiaba en si intuición y en que las cosas se irían desenvolviendo positivamente con el paso del tiempo.
Juan Pablo recorrió 32 países en 16 meses, pedaleó 18.500 kilómetros y estuvo 1.180 horas en movimiento, sin contar los descansos. El objetivo de contar su experiencia, tenía su base en la capacidad emprendedora de este joven, quién con este viaje, quiso demostrarse que era capaz de ponerse metas e ir cumpliéndolas paulatinamente. Aprendió cómo enfrentarse al fracaso, a reconocer la razón por la que hacía las cosas y a tener confianza en uno mismo, atributos que tiene el emprendimiento, ya sea de vida o comercial.
En la oportunidad, el joven profesional se refirió sólo a su viaje por África (6 meses), el que comenzó en Kenia y tenía como objetivo final, llegar a Ciudad del Cabo. “Justo antes de la pandemia, estuve viajando cuatro meses por India, Nepal y Vietnam. Para moverme de un pueblo a otro, usaba trenes y buses. Fue un viaje increíble, agradezco mucho haberlo podido hacer. Mi idea era viajara por el mundo durante un año, pero vino la pandemia y tuve que regresar a Chile. Haciendo escala en el aeropuerto de Tokio de vuelta a Chile, me encontré con una pareja de viajeros en bicicleta. Nunca hablé con ellos, pero se veían sucios, cansados y felices y dije que mi próximo viaje lo haría de esta forma”, indicó.
El ingeniero comercial no lo pensó y cuando pudo viajar nuevamente a cumplir su sueño de viajar un año por el mundo, tomó la misma bicicleta con la que se movía desde su casa al metro para ir a la universidad, y llegó a Turquía, lugar desde donde se movió a Kenia, desde donde comenzaría una de las mejores experiencias de su vida.
Al llegar a ese país, su sueño era conocer al atleta keniano Eliud Kipchoge, llegó a la aldea donde él entrenaba, conoció a varios atletas más quienes lo invitaron a quedarse para poder cumplir su sueño. Finalmente pudo conocerlo. En ese mismo país, mientras pedaleaba por los caminos de Kenia, se topó con una manada de búfalos. Él sorprendido y asustado por su presencia, pues sabía que era un animal muy agresivo, sintió la mirada del animal y tomó su bicicleta para salir rápidamente de ahí. De un momento a otro, el búfalo intentó atacarlo y él sin pensarlo se paró y lo enfrentó como si fuera un perro, dándole un fuerte grito. Después se enteró que la única forma de ahuyentarlo era tirando una polera al cielo y escapar corriendo. Tuvo mucha suerte.
Juan Pablo pasó también por Uganda, donde mostró como las personas usaban sus bicicletas como herramienta de trabajo, llevando importantes kilos de carga sobre ella. En Rwanda, tuvo que subir muchas colinas, pero el gran problema para él era que donde iba, la gente, los niños, le pedían dinero. Eso lo comenzó a inquietar, hasta que visitó el Museo del Genocidio de ese país, donde comprendió el dolor que había pasado toda esa gente con una vida muy dura y aprendió a que la solicitud de dinero no fuera un ruido en su camino.
Cuando pasó por Burundí-había averiguado en google que era el país más pobre del mundo- estaba inquieto con lo que iba a encontrarse, pero fue sorprendido con la sonrisa y amabilidad de las personas que allí habitaban. Mientras pedaleaba subiendo las colinas del país, media decena de niños comenzó a seguirlo, corriendo a su lado, sin zapatos. “Fue una experiencia dura verlos sin zapatos, y como corrían por la tierra, pero me alentaba la felicidad que ellos me demostraban y la sorpresa de ver a un hombre blanco, que no era muy común en esos lugares”, dijo.
En Malawi su cuerpo comenzó a sentir el cansancio y cometió el error de calcular cuántos kilómetros le quedaban para llegar a Ciudad del Cabo. “Era una locura, me quedaban 7 mil kilómetros aún. Entonces utilicé la técnica del elefante, donde uno aprende que debe ponerse una meta corta para ir superándola de a poco y al final llegar a ese objetivo mayor. De esta forma me propuse la meta de ir avanzado al próximo país en la ruta y no pensar en Ciudad del Cabo”, puntualizó Juan Pablo.
Mozambique fue el gran desafío, se enfermó del estómago y se sentía muy mal. Descansó un par de días pensando en que se iba a recuperar y donde recibir atención médica, pero al final tomó su bicicleta y comenzó a pedalear, y a cada pedaleo sentía que su cuerpo iba recuperando energías. Sólo comía plátanos y galletas.
Luego de pasar diversas aventuras en Suazilandia, en Lesotho, llegó a Sudáfrica donde se impresionó con la amabilidad de la gente, pudo arreglar su bicicleta, que después de tantos kilómetros, estaba a bastante mal traer; hasta que llegó a Ciudad del cabo, su destino final en ese continente.
“En este viaje aprendí mucho, de conocerme, de la vida, de la cultura de otra región, pero por sobretodo a ponerme metas, a buscar la razón por la que hacemos las cosas, a reconocer que lo más difícil era empezar y a tener confianza en mí mismo”, concluyó.