En el marco del Mes de la Sostenibilidad, la Facultad de Administración y Economía destaca el artículo Impact of Daylight Saving Time on the Chilean Residential Consumption, realizado por el profesor del Departamento de Economía de la facultad, Emiliano Fucks, junto a Humberto Verdejo, Cristhian Becker, Diego Echiburu y William Escudero, que concluye que el horario de verano genera un ahorro eléctrico marginal y muy heterogéneo según la zona geográfica.
¿Sabías que adelantar una hora el reloj no siempre equivale a bajar tu cuenta de luz? Esa es una de las revelaciones del artículo Impact of Daylight Saving Time on the Chilean Residential Consumption, elaborado por el profesor por hora de clases del Departamento de Economía de la FAE Usach, Emiliano Fucks junto a Humberto Verdejo, Cristhian Becker, Diego Echiburu y William Escudero. El paper es una de las referencias empíricas más completas sobre el tema en Chile.
El Horario de Verano, conocido internacionalmente por sus siglas en inglés DST (Daylight Saving Time), es una política de ajuste horario que adelanta los relojes —generalmente en una hora— durante los meses con mayor número de horas de luz natural.
El objetivo declarado es aprovechar mejor la luminosidad matinal y vespertina, reduciendo así la necesidad de iluminación artificial y, con ello, el consumo eléctrico. Cuando llega el período invernal u oscurece más temprano, los relojes se retrasan nuevamente para volver al horario estándar.
De esta forma, el equipo analizó series de consumo eléctrico de cuatro ciudades representativas entre 2013 y 2014, combinando un enfoque heurístico con un modelo econométrico de diferencias en diferencias. El hallazgo central fue que la reducción de energía es mínima y, en algunos casos, el DST incluso incrementa la demanda.
Santiago, por ejemplo, registra una leve baja en el peak vespertino, mientras que en Concepción la curva se invierte y Arica muestra un comportamiento singular donde el calor dispara el uso de ventiladores y aire acondicionado.
El profesor Emiliano Fucks señala que “hace una década demostramos que el cambio de hora no es una solución “talla única”. La evidencia sugiere que las políticas de eficiencia deben adaptarse a la realidad climática y social de cada región, o podrían resultar contraproducentes.
Entre los factores que explican la heterogeneidad destacan la latitud, las rutinas laborales y la penetración de sistemas de climatización. El estudio remarca la necesidad de complementar cualquier medida de DST con programas de eficiencia más específicos y con datos abiertos que permitan monitorear su efecto real.
Al poner esta investigación en relieve durante el Mes de la Sostenibilidad, la FAE Usach reafirma su vocación de aportar evidencia rigurosa al debate público y de transformar conocimiento en herramientas concretas para diseñar políticas energéticas más eficientes y territoriales.
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