Francisco Castañeda
Académico Usach

"De empeorar la actual crisis internacional (existe una probabilidad cierta), esto afectará dramáticamente a la economía chilena, en particular a los sectores más vulnerables. Es cierto que las autoridades han destacado los blindajes que posee la economía chilena para sortear con éxito los episodios de iliquidez que se pueden manifestar. Un alto ahorro fiscal y baja deuda externa, bancos locales bien capitalizados, un nivel de gasto equilibrado (que se ha venido desacelerando) y un alto nivel de reservas internacionales (12% del PIB). Pero los efectos de una profundización  de la crisis en Estados Unidos se propagarán a través de toda la economía chilena. Al ya incipiente aumento del costo de crédito en US$ (aumentando el costo del capital de trabajo para empresas exportadoras), se agrega el mayor costo de fondo que exhibe la banca local producto de la menor oferta global de dólares. Dicho costo esta siendo ya traspasado a empresas y personas a través de tasas de interés más altas, empeorando el ambiente de riesgo de crédito, el que ya se estaba instalando en la banca doméstica. Es así como los niveles de endeudamiento de los quintiles más pobres son relativamente altos en términos de su ingreso. Pero no se pueden realizar comparaciones con países más desarrollados para "demostrar que aún es baja la penetración del crédito", y así afirmar erróneamente que el riesgo de crédito es bajo.

A la creciente dificultad que tendrán las grandes empresas locales en renovar sus créditos en el extranjero, se debe agregar que también será difícil emitir bonos a tasas razonables para ampliar capacidad (ya Banco Estado sufrió recientemente un duro revés en la emisión de un bono de 5 millones de UF), lo cual tendrá efectos negativos en la inversión y por consiguiente en el empleo. El ritmo de crecimiento de las exportaciones también se verá afectado, producto del menor crecimiento, implicando un acentuamiento del déficit en cuenta corriente. El mercado bursátil también continuará su senda bajista, afectando a los fondos de pensiones y las jubilaciones de quienes saldrán del mercado laboral en estos años. Además, la evolución de la tasa de inflación, aún no internaliza en su trayectoria el derrumbe del precio de los commodities. Esta claro ya que el aumento del nivel de precios es generalizado, carcomiendo el poder adquisitivo de los ingresos más bajos. La tasa de inflación en 12 meses alcanzó a Septiembre un 9,2% medida en 12 meses, con signos de declinación, pero esto es básicamente por el enfriamiento de la economía global, más que por la acción oportuna de la política monetaria. En cambio, el Banco Central acertadamente finalizó en forma anticipada su intervención cambiaria, ante la evidencia de escasez del crédito externo para la banca local. Los dólares que compraba hace una semana a razón de 50 millones de dólares diarios, ahora los "coloca" en el mercado para inyectar la liquidez necesaria. También el Ministerio de Hacienda apoyó raudamente la semana pasada la corrida contra los fondos mutuos de los principales bancos de la plaza, depositando 1.000 millones de dólares para proveer la liquidez necesaria. Por eso la decisión de  este jueves del Banco Central se torna extremadamente relevante. De subir la tasa de instancia 50 puntos base, se hará mas dura la senda de las provisiones y el mayor riesgo de crédito que enfrentan la economía, con su secuela en desempleo y menor crecimiento. De mantener la actual tasa de instancia, se entregará una señal de una política monetaria débil para contener los ya "acelerados" efectos inflacionarios de segunda vuelta. El pragmatismo invita a pensar en un aumento de sólo 25 puntos base para este jueves. Con esto se desalienta el crecimiento en los precios, pero señalando al mismo tiempo que no se quiere empeorar la situación económica actual. Sobre todo por las perspectivas de corto y mediano plazo que deberá enfrentar la economía chilena.


Francisco Castañeda 
Académico Usach


La decisión de política monetaria de este jueves, se vuelve más compleja, a la luz de la propagación de la crisis financiera. La desaceleración del rally alcista en el precio de los commodities (cobre, crudo y alimentos) contribuirá a bajar más rápidamente la inflación, aunque en el caso del cobre, podría esto tener un efecto restrictivo en términos de la liquidez. La creencia de que la crisis será una oportunidad para acomodar niveles menos restrictivos en la política monetaria, es algo que comienza a percibirse. La decisión de Hacienda de anclar su tasa de crecimiento de gasto fiscal en 5,7% para el 2009, es un apoyo a la lucha contra la inflación (aunque las rebajas de impuestos se traducen en un impulso fiscal mayor sobre la economía). Por su parte, la banca local muestra síntomas de encarecimiento del financiamiento externo, debido a la contracción de oferta de dólares en los mercados internacionales. Estas mayores tasas de interés se están traspasando ya a empresas y personas, afectando en el margen el riesgo de crédito. También el menor precio del crudo debería derrumbar en parte el "excesivo gasto interno", y así desacelerar la senda a un déficit de cuenta corriente de magnitudes menos colosales. Los denominados "flight to quality" (o "pagan justos por pecadores") aceleran en el corto plazo la apreciación del dólar ante escenarios de incertidumbre global. Para no enrarecer el ambiente doméstico, el B.Central debería subir sólo 0,25 % su tasa de instancia. Y debería ir a acompañado de un fin de la intervención cambiaria; ya subirán las cuentas de la luz en noviembre y la rebaja tributaria de impuestos específicos ya fue absorbida por el aumento del tipo de cambio. 



Francisco Castañeda
Académico Usach

La noticia de que USACH se acreditó por 6 años en 5 Áreas (la anterior era sólo de 3 años, y se considera un máximo de acreditación de 7 años), es un justo reconocimiento a una dirección universitaria que se orienta a logros concretos. Los beneficios tangibles deben significar un mejor posicionamiento de sus egresados (en algunas áreas ya son líderes) en el mercado laboral, y un aumento del arancel de referencia (para propósitos de créditos con garantía del Estado), al quedar ubicada en el rango superior de las universidades chilenas acreditadas. Falta por supuesto aún mucho por hacer. La tarea de entregar educación de calidad a sectores emergentes de la sociedad es un desafío de magnitudes. Los mismos desafíos que presentan muchas universidades, tanto públicas como privadas. Esto implica terminar definitivamente con los feudalismos académicos, poner fin a la cultura del "no cambio", y exigir una máxima eficiencia en todo el espectro de decisiones de gestión y de tipo académicas. Los contribuyentes esperan un buen uso de sus recursos, para atender las demandas de calidad de los estudiantes. En ese contexto, USACH se destaca como un proyecto universitario que tiene como esencia la movilidad social: un sentido de cambio profundo y para siempre en las condiciones futuras de sus estudiantes. Debemos estar a la altura del desafío.



Guillermo Pattillo
Departamento de Economía
Universidad de Santiago de Chile


En las últimas dos semanas hemos vivido una inestabilidad en los mercados financieros internacionales (y por tanto también en el mercado local) que parece con pocos antecedentes en la historia reciente. La verdad es que ni es eso correcto ni es esta la peor caída bursátil de la última década. Si se toma cualquiera de los índices accionarios más representativos de los Estados Unidos (DJIA, S&P 500, Nasdaq) es muy claro que la inestabilidad es una característica casi intrínseca de estos mercados y las fases de altas ganancias han estado normalmente seguidas por otras en que se pierde, al menos transitoriamente, buena parte de lo ganado. Si se toma, por ejemplo las cotizaciones diarias del índice S&P 500, su nivel hoy es cercano al que tenía en noviembre de 2005. Considerando solamente la última década, los dos peaks del índice están en marzo de 2000 y en noviembre de 2007; en este mes el índice fue cerca de 2% superior al nivel máximo previo. En otras palabras, después de la caída que se comienza a desarrollar en septiembre de 2000 y que perdura, con los típicos altibajos, hasta marzo de 2003, lapso en que el índice pierde del orden de 43% de su valor, la recuperación gradual iniciada ese año logra recuperar lo perdido y sobrepasar levemente el máximo anterior, pero muy pronto después de ello, se gatilla esta nueva corrección, similar en su formato a la de 2001 y, de hecho, por lo menos hasta ahora, menos violenta que aquella. 

La imagen es parecida para otros índices, aunque algo más favorable en términos de la magnitud de las ganancias entre los peaks (NYA o DJIA, por ejemplo). El punto, sin embargo, es que la inestabilidad de los mercados financieros y su desalineamiento parecen fenómenos casi inevitables; en cierto sentido como lo son las fluctuaciones de la actividad real. De hecho, estas "crisis financieras" son también uno de los detonantes de las fluctuaciones del producto y el empleo. Las razones por las cuales estos fuertes ajustes de los mercados financieros se producen son variadas y diferentes en cada caso; no obstante, de cada una de tales crisis resulta una mejor comprensión de su funcionamiento y una más eficiente regulación del accionar de los distintos agentes comprometidos. De la experiencia internacional y de la que Chile ha tenido, resulta evidente que los mercados financieros no pueden operar eficientemente sin una adecuada regulación, esencialmente por las externalidades que del accionar de esa industria derivan respecto del riesgo y la confianza social en el sistema económico. La crisis actual no ha terminado, pero es indudable que las autoridades involucradas están haciendo su mejor esfuerzo para que la salida sea con el menor costo social posible. Al mismo tiempo, esta será una nueva oportunidad para mejoras regulatorias que sienten las bases de una próxima etapa de crecimiento y desarrollo del mercado internacional de capitales. 



Prof. Germán R. Pinto Perry
Departamento de Contabilidad y Auditoría
Universidad de Santiago de Chile

El arriendo de locales comerciales está afecto con IVA, pero es posible rebajar el 11% del avalúo fiscal de bien raíz de la base imponible, representando un beneficio para este tipo de operaciones, permitiendo abaratar el canon de arriendo.

El Impuesto al Valor Agregado (IVA) tiene tres grandes grupos de hechos gravados: hecho gravado básico ventas, que afecta a una gama amplia de convenciones traslaticias de dominio; el hecho gravado básico servicio, afectando a un tipo muy particular de servicios y los hechos gravados especiales que corresponden a una mención expresa que está en el artículo 8 de la ley del ramo, incluyendo a las importaciones, aportes a sociedades, retiros, adjudicaciones, contratos generales de construcción y otras operaciones específicamente mencionadas en este articulado.

En su letra g) señala expresamente que está afectos con IVA el "arrendamiento, subarrendamiento, usufructo o cualquiera otra forma de cesión del uso o goce temporal de bienes corporales muebles, inmuebles amoblados, inmuebles con instalaciones o maquinarias que permitan el ejercicio de alguna actividad comercial o industrial y de todo tipo de establecimientos de comercio". De esta forma, y de acuerdo a la última parte de lo extraído, están afectos con el tributo que comentamos los arriendos de bienes raíces que tengan instalaciones o que permitan realizar alguna actividad comercial. Esto implica que se debe incrementar con un 19% el precio del arriendo de cualquier inmueble que tenga fácticamente instalaciones, muebles o que permita ejercer actividades comerciales. Según el Servicio de Impuestos Internos (SII), no es importante que se realicen efectivamente actividades comerciales en los inmuebles por parte del arrendatario, sino que sólo importa si es posible su realización.

El legislador sólo otorga este tratamiento para el arrendatario que es dueño del bien, no siendo aplicable para el subarrendatario que es sólo usufructuario. 
Rebaja Especial

La implicancia inmediata de lo anterior, está en el incremento del canon de arriendo. Sin embargo, el legislador otorgó una concesión a este tipo de operaciones permitiendo una rebaja especial de la base imponible (renta que se paga por el arriendo). El artículo 17 de la Ley sobre Impuesto a las Ventas y Servicios señala que "en el caso de arrendamiento de inmuebles amoblados, inmuebles con instalaciones o maquinarias que permitan el ejercicio de alguna actividad comercial o industrial, y de todo tipo de establecimientos de comercio que incluya un bien raíz, podrá deducirse de la renta, para los efectos de este párrafo, una cantidad equivalente al 11% anual del avalúo fiscal del inmueble propiamente tal, o la proporción correspondiente si el arrendamiento fuere parcial o por periodos distintos de un año." Esta mención es beneficiosa para este tipo particular de operaciones, ya que permite disminuir la base imponible sobre la cual se aplica la tasa del 19%, estableciendo evidentemente un menor valor en el arriendo de otro bien raíz que no tenga instalaciones.

La mención extractada es taxativa y sólo es posible aplicarla según la redacción consagrada en la ley, pues no hay que olvidar que el Derecho Tributario es una rama del Derecho Público y sólo es posible aplicar lo que el legislador expresamente ha señalado. De esta forma, cuando se establece que el "arrendamiento" de bienes raíces con las características ya indicadas, goza de esa rebaja, significa que sólo cuando estamos en presencia de este tipo de operaciones se aplica, y no cuando se está realizando un contrato de "subarrendamiento". Este criterio es antiguo y ha sido consagrado por el organismo fiscalizador en la Circular Nº 111 de 1975 y reafirmado últimamente, señalando que no es relevante el carácter de usufructuario que pueda tener el subarrendador del bien inmueble.


Por Gonzalo Martner
Economista, doctor de la Universidad de París,  académico de la Universidad de Santiago.

*Una parte de los chilenos se apresta a preferir como Presidente a una persona, Sebastián Piñera, que ha hecho su fortuna con los mismos métodos que provocaron la debacle actual y que ha sido multado por obtener ganancias indebidas.

En 2007 apareció la expresión "crisis subprime", que podría haber quedado para uso de los iniciados en la economía, cuya pobreza intelectual desde que predomina el simplismo neoliberal incluye la del uso abusivo de anglicismos, especialmente en Chile. ¿Se ha fijado el lector que ya no se dice materias primas, sino "commodities", o distribución, sino "retail", términos perfectamente claros en castellano? Pero el derrumbe financiero en Estados Unidos consagró el uso amplio de la nueva expresión. No es para menos: bancos hipotecarios y compañías de seguros nacionalizados en el paraíso del libre mercado; colapso de la banca de inversión de Wall Street; rescate de grandes bancos de depósito y compra pública de "activos tóxicos" de difícil recuperación a razón de 6% del PIB, con el Congreso sometido al dilema de aprobar plenos poderes o asumir la paralización del crédito y la recesión generalizada de la mayor economía del mundo. 

Vuelve a aparecer una evidencia incómoda para el pensamiento dominante: el capitalismo y las crisis financieras (bursátiles, cambiarias, bancarias) van de la mano. El valor de un activo financiero depende de la evaluación de un flujo de ingresos futuros de gran variabilidad. Y tomar riesgos con recursos propios o de los demás es la esencia del capitalismo, el sistema económico más dinámico pero a la vez el más inestable, depredador y concentrador de ingresos. Así lo ha confirmado la historia, desde la crisis de las bulbas de tulipas de 1634 en Holanda, la de la South Sea Company de 1720 en Inglaterra, las ocho creadas por las guerras europeas entre 1713 y 1820 y así sucesivamente, incluyendo la Gran Depresión de 1929. El capitalismo entró en crisis muchas veces, como predijo Marx, pero fue capaz de recuperarse. E incluso de tener épocas de oro, como la de la posguerra, gracias a las ideas de Keynes para superar el equilibrio de subempleo. La crisis cambiaria en 1971 y el estancamiento con inflación de los años setenta fueron superados mediante la globalización acelerada. Las tecnologías de la información dieron vitalidad al capitalismo, con la innovación y la "destrucción creativa" de Schumpeter, trasladando recursos hacia usos más productivos. Pero siempre con una piedra en el zapato: desde 1970, según Caprio y Klingebiel (2003), han ocurrido 117 crisis bancarias sistémicas en 93 países. La liberalización interna aumenta la probabilidad de una crisis bancaria, la que aumenta todavía más con liberalización financiera externa.

Estados Unidos vivió hasta 2007 un período de prosperidad, acompañado de un ahorro mundial en expansión y energía barata. Pero se preparaba la crisis, con préstamos hipotecarios sin control a millones de hogares de ingresos inestables y una política monetaria laxa. La banca diluyó el riesgo en títulos que mezclan activos de distinto riesgo. Los fondos especulativos de cobertura se multiplicaron. Esta mezcla explosiva estalló al aumentar los impagos hipotecarios, caer el precio de las viviendas y emerger un déficit de capitalización bancaria. 

¿Y cómo estamos por casa? Para empezar, con fuertes pérdidas de los fondos de pensiones y una incertidumbre generalizada sobre el valor de las pensiones futuras. Esto no se quiso corregir en la reforma reciente, que introdujo en el peor momento mayores márgenes de inversión de los fondos fuera de Chile, en vez de mayor seguridad mediante la vieja pero imperturbable receta bismarckiana de basar una parte de las pensiones en el reparto intergeneracional. Se supone que nuestra supervisión bancaria es suficiente; crucemos los dedos. Mientras, muchos chilenos adhieren a la opción de Sebastián Piñera, que ha hecho su fortuna con los mismos métodos especulativos que provocaron la debacle actual, sin nunca dirigir una empresa productiva, y que ha sido multado por obtener ganancias indebidas. Todo un caso de moral pública a disposición de los ciudadanos. Sus seguidores harían bien en escuchar al Presidente francés, Nicolás Sarkozy, que ha llamado a "sacar las conclusiones de la crisis para que no se reproduzca", sobre la base de la "ética del esfuerzo y del trabajo" y "regulando los sistemas de remuneración de los directivos y operadores financieros para acabar con los abusos", pues, concluye, "el laissez-faire se ha terminado, el mercado todopoderoso que siempre tiene razón se ha terminado". 


Francisco Castañeda
Académico Usach
 
La actual crisis financiera internacional, originada en Estados Unidos, ha traído muchas nuevas preguntas y probables reformulaciones para los ciudadanos, los reguladores y la industria financiera. Es obvio que los salvatajes de la FED, del gobierno norteamericano y de la inyección concertada de liquidez por los principales bancos centrales del mundo desarrollado, le dan un "aire de resolución a la crisis". Sin embargo, permanecen muchas interrogantes:

¿Por qué la FED no actuó en forma preventiva a este crisis?.Y así ahorrarse la friolera de billones de dólares. Claro que en los rescates ellos se quedan con garantías, pero con dudoso valor crediticio. Alan Greenspan, nombrado por Reagan para el cargo de Chairman de la FED (Banco Central de USA), estaba fascinado con la exhuberancia irracional de los mercados financieros. Y no había que poner límites a tal belleza.
 
¿Por qué las agencias clasificadoras de riesgo actúan cuando la crisis está ya desatada?. Obsérvese la fecha de la rebaja crediticia de los papeles de AIG (compañía aseguradora global) lo que gatilló la desconfianza de los inversores ante los inminentes aumentos de seguros derivados crediticios (swaps) que respaldaban las hipotecas subprime.
 
¿Por qué al derogarse Glass Steagall en 1999 (ley que separaba la banca comercial de la banca de inversiones, y que data de la crisis del 1929), no se reformuló completamente el sistema financiero?. Además se permitió que la banca de inversión funcionara con una regulación mucho más débil que la que recae sobre los bancos comerciales. De hecho el cataclismo financiero no ha afectado mayormente la banca comercial, la que obtiene sus ingresos principalmente de su masa de depositantes. De hecho Bank of America y JP Morgan Chase, bancos mas del tipo "comercial", han salido de compras en Wall Street (Merrill Lynch y Bear Stearns han sido adquiridas) en pleno tumulto.

¿Por qué las gigantes corporaciones hipotecarias Freddy y Fanny (responsables de gran parte de las hipotecas de la clase media y baja norteamericana) estiraron el elástico al máximo de que tenían garantía estatal implícita?. Asumieron más riesgos que el necesario, provocando la nacionalización de estas empresas y su posterior intervención.

¿Por qué estos reducidos bancos de inversión pueden poner en jaque la estabilidad del sistema financiero global provocando el temido cierre del crédito global?
 
Pero falta finalmente preguntarse, ¿qué ocurrió en estos años con las jugosas ganancias de los bancos de inversión securitizando (trayendo los pagos del futuro a hoy) los flujos de pagos de las hipotecas subprime (clientes de ingresos medios bajos e historial crediticio inestable)?. Muchos por cumplir su sueño americano, perdieron su casa, sobre todo cuando las tasas de interés en USA comenzaron a subir. Se estima en 1,5 millones los embargos de hipotecas en USA. Claramente el mercado crediticio subvaluó los niveles de riesgo de este perfil de clientes, a lo que contribuyó el apetito de Wall Street por  estructurar estos créditos en bonos securitizados.
 
Las preguntas son muchas más. Pero existen restricciones a la vista. USA enfrenta este negro escenario  con un alto déficit fiscal. La resolución de la crisis y la capacidad de recuperación de la economía dependerán de los nuevos incentivos que establezca la autoridad sobre la industria financiera. Dinero fiscal y cuasifical irá a evitar la interrupción del sistema de pagos, y probablemente una profundización de la crisis. Pero las nuevas regulaciones serán cruciales. Más que adaptarse al modelo de negocios de los regulados, la regulación deberá adecuarse a la minimización del riesgo sistémico. Para que no pague otra vez Mister Moya. ¿Do you know him?
 

Francisco Castañeda
Académico Usach

En abril, el Banco Central decidió aumentar sus reservas para sortear los efectos negativos que se venían sobre la economía. La proyección previa de inflación del Banco Central era de 4,75% para el 2008 (Ipom de Enero). Los efectos de inflación importada (crudo, alimentos) más los efectos de retroalimentación de estos precios ("efectos de segunda vuelta") empeoraron el escenario base. Pero en este nuevo Ipom de Septiembre, ya se materializa lo que es obvio: la corrección de inflación al 8,5%. Las medidas subyacentes de inflación van cerrando su brecha con el IPC total, y las negociaciones salariales en la economía (tanto del sector público como privado) van internalizando el peor escenario de inflación en sus negociaciones. Pero se argumenta que el fin del rally en el precio de los commodities (la inflación de commodities sería desinflada por el fin del burbujeo inmobiliario) ayudará a los Bancos Centrales a reducir la inflación. También, en el caso chileno, la política monetaria descarga todo su peso restrictivo, incrementando aceleradamente las tasas de interés, con efectos adversos sobre PYMEs y personas. Si cambió tanto la proyección de inflación en tan poco tiempo, ¿no debería suspenderse ya la intervención cambiaria?. No estamos hablando de la típica discusión keynesiana de tener inflación de 2,5% o 3,5%, a cambio de tener mayor crecimiento. Parece que la respuesta sería reconocer que la intervención fue inadecuada, alejada de la función objetivo del Banco Central, y a esta altura, inconsecuente con los pobres y la clase media; ellos no pueden ejercer ningún lobby.




Guillermo Pattillo
Departamento de Economía
Universidad de Santiago

Si respecto de algo existe consenso en Chile, actualmente, es que el Transantiago es, y todo indica que continuará siendo, un desastre. Este nuevo sistema de transporte de Santiago fue mal diseñado e implementado y es, actualmente, mediocremente operado. Prácticamente, ninguno de los beneficios que se prometieron se ha cumplido. La verdad es que constituye no sólo el mayor fracaso de una política pública en muchos años, sino evidencia tangible de la ineptitud pública y privada, y de las pobres capacidades profesionales de empresas que se suponían técnicamente solventes. En realidad, una vergüenza para este país, que se sostuvo iba a ser desarrollado en 2010.

En este contexto de fracaso y, más relevante, de falta de claridad respecto al destino de todo el sistema, el gobierno ha vuelto a pedir recursos al Congreso para financiar los enormes déficits que tiene su operación. Específicamente, se ha presentado un proyecto de ley, que tiene dos componentes principales: un subsidio permanente y un subsidio transitorio, para los años 2008 a 2011. El subsidio permanente, se justifica como la forma adecuada de financiar el pase escolar, cuya tarifa se fija bajo los costos de operación del sistema, generándose un subsidio cruzado desde los pasajes adultos que deben cubrir la diferencia. Esto es válido. El problema principal surge con el subsidio transitorio; el proyecto crea un Fondo Transitorio para el Sistema de Transporte Público de Santiago, con un monto de $190.350 millones, los que serían desembolsados entre el 1 de enero de 2009 y el 31 de diciembre de 2011; asimismo crea un Fondo de Inversiones Regionales para el Transporte y Conectividad, que se constituiría con un monto equivalente al indicado antes, y sus recursos serían desembolsados sólo a contar de la fecha de inicio de aplicación de los recursos del Fondo Transitorio para Santiago.

Aun cuando se dan diversas explicaciones para el subsidio transitorio, todo indica que su única razón es contribuir a cerrar el déficit mensual del sistema; su extensión a las regiones no es más que una medida para darle viabilidad política. Dado que en el largo plazo no existen razones de eficiencia que sugieran que debe haber un subsidio al transporte público, no existe razón tampoco para otorgarlo hoy, menos aun si no existe un cronograma preciso en que se pueda exigir el cumplimiento de las condiciones de calidad y eficiencia prometidas. Ya se ha usado ineficientemente una enorme cantidad de recursos de la comunidad, recursos que tienen un alto costo de oportunidad; la contribución al bienestar general que corresponde al Congreso ahora es detener esta sangría, rechazando este proyecto y separar el financiamiento del pase escolar del subsidio transitorio.