Francisco Castañeda
Economista USACH
Es necesario señalar que las medidas que toma la Administración Obama son principalmente para destrabar el mercado del crédito (corazón del sistema), y así este pueda lubricar el sistema productivo e interbancario. Pero los contribuyentes norteamericanos en este nuevo plan son los que asumen un riesgo mayor, en caso de que este no funcione. El aseguramiento por una agencia federal de la compra de "activos tóxicos" (nombre mediático para instrumentos que eran el "leit motiv" de los bancos de inversión, como resultado de la desregulación financiera a lo Greenspan), en conjunto con el co-apalancamiento estatal-privado, serán las herramientas para limpiar los balances bancarios de estos activos de dudosa recuperabilidad (principalmente hipotecas). La banca recauda dinero limpio y los inversionistas privados que entran en este Fondo Público-Privado, podrán obtener ganancias de capital, siempre y cuando la economía norteamericana crezca sostenidamente (es incomparable al Chile de 1982).
Pero hay muchas dudas legítimas hacia el mediano plazo: si falla el Plan siendo no capaz de atraer una masa de inversionistas que le den fluidez a los activos estancados, si los precios de los activos tóxicos no se recuperan, o simplemente si la economía ingresa a una fase de lento crecimiento. Sin embargo, falta aún más por hacer; el inevitable nuevo diseño financiero en la banca y en el mercado de capitales (rol de las clasificadoras de riesgo) y una política que limite en forma creíble (como los criterios de Maastricht en la Unión Europea) los déficit fiscales y el stock de deuda pública (esta última ha crecido increíblemente a la par con la crisis). El mediano plazo para Estados Unidos aún presenta incertidumbres difíciles de calibrar.